El espartero, un oficio en extinción, sigue vivo en Herencia

El espartero, un oficio en extinción, sigue vivo en Herencia 3Informa: Mercedes Corrales. El Día de Ciudad Real.

Con el paso de los años muchos oficios se encuentran en franca decadencia, uno de ellos es el de espartero. En Herencia, Jesús Díaz-Pavón intenta que las técnicas y los objetos que elaboraban los esparteros no caigan en el olvido.

Rafa, crimeja, pleita, macramé, bareo, son palabras que muchos jóvenes (y no tan jóvenes) no sabrían definir, pero que han formado parte (y aún siguen formando) de la cultura rural y de la vida de los más mayores.

Con estas palabras se hace referencia a técnicas que se empleaban en el manejo del esparto y de la enea y a objetos que se elaboraban con estos materiales, un oficio en decadencia y que muy pocos manejan con soltura.

Jesús Díaz-Pavón, un jubilado de 74 años, es una excepción en el manejo de estos materiales con los que elabora originales y curiosos objetos de forma artesanal y con los que ha contribuido, en cierta manera, aque en su localidad nata, Herencia, no se pierda el gusto y la tradición por este oficio que poco a poco ha ido cayendo en el olvido.

Jesús explica que el esparto y la enea son materiales diferentes y que se emplean en cosas distintas «el esparto nace en la sierra, es muy áspero y eso se nota a la hora de trabajar. La enea nace en el río, hay que mantenerla húmeda mientra se trabaja y es más fácil de manejar».

Aunque Jesús no se ha dedicado a este oficio, siendo un «chicote», empezó a mostrar interés por él. Durante las largas noches de quintería y observando a su padre y a sus hermanos fue aprendiendo las técnicas más básicas para la elaboración de objetos como serijos, que hoy por hoy gustan mucho para la decoración de las casas. Jesús explica que durante los años cuarenta y cincuenta, el esparto y la enea se utilizaban mucho para el aparejo de los animales y para la elaboración de utensilios agrícolas, «de hecho en Herencia había dos esparteros», afirma. Pero con la progresiva mecanización del campo y la llegada de las primeras máquinas todo esto se fue perdiendo.

Con doce años, Jesús tuvo que dejar la escuela y todas sus aficiones, entre ellas la enea y el esparto, para dedicarse de lleno a trabajar y contribuir en la economía familiar. Con la llegada de la jubilación todo esto cambió, dejó el trabajo y retomó todo aquello que más le gustaba, la enea y el esparto, entre otras aficiones: «dedico el tiempo a disfrutar de todas estas actividades que fui aprendiendo en mi infancia y parte de la juventud», afirma. Desde entonces dedica gran parte de su tiempo a la restauración de sillas, la elaboración de serijos, escusas, cestas, botelleros, lámparas, revisteros y muchos objetos más que recibe por encargo o que por entretenimiento elabora él mismo.

Jesús cuenta que hace unos seis años el Ayuntamiento de Herencia le propuso ser monitor en uno de los cursos que ofrecía la Universidad Popular, sin pensarlo aceptó y desde enotnces durante dos días a la semana enseña a todos aquellos que se inscriben en el curso las técnicas y los conocimientos en esta meteria y que durante parte de su vida y por él mismo ha ido adquiriendo, algo de lo que afirma sentirse muy orgulloso, «estoy muy contento por enseñar a otros lo poquito que yo sé y por contribuir a que todo esto no se pierda, gracias también a la oportunidad que me dio el Ayuntamiento de Herencia».

De este modo anima a la gente más joven a aprender todo esto, «es en donde hay más futuro», y confiesa que todo esto gusta mucho, sobre todo para aquellos que ya lo han conocido, «sentimos mucha añoranza por todo lo que se estilaba y se trabajaba en aquellos años».

Para finalizar, Jesús afirma que en esta última etapa de su vida siente mucha ilusión y ganas por seguir aprendiendo y enseñar, «voy a acabar mi vida con mucha más ilusión, ahora estoy trabajando en lo que más me gusta y de esta forma estoy pasando una jubilación divina».

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