Elisa Gómez expone sus 'Claroscuros oníricos' en Ciudad Real

Elisa Gómez expone sus ‘Claroscuros oníricos’ en Ciudad Real

Elisa Gómez junto a una de sus obras. Foto Rueda Villaverde | La Tribuna de Ciudad Real
Elisa Gómez junto a una de sus obras. Foto Rueda Villaverde | La Tribuna de Ciudad Real
Elisa Gómez junto a una de sus obras. Foto Rueda Villaverde | Extraída de la web: www.latribunadeciudadreal.essia

Elisa Gómez Abengoza natural de Herencia (Ciudad Real), alumna de bachillerato en la Escuela de Arte de Tomelloso y ganadora del premio local del XXX Certamen Nacional de Pintura «Jesús Madero», inauguró el pasado 20 de febrero de 2013, bajo el título de «Claroscuros oníricos», una interesante exposición de su obra  en la Escuela de Arte «Pedro Almodóvar» de Ciudad Real.

Según la autora, «El monstruo soy yo misma en el mundo barroco donde el drama teatral del claroscuro explica la sociedad en la que vivo. En este mundo predominan las tonalidades frías que utilizo para revelarme contra la mano invisible que me quiere tallar

  • Claroscuros Oníricos. Elisa Gómez Abengoza (Herencia 1995)

Al arrancar la cabeza del monstruo las cosas cambian; incluso el dolor del momento, sólo dura unos segundos.

El propio dolor muere al escapar de las miradas vigilantes.

El monstruo se siente feliz decapitado resultándole todo tan dramático que sale fuera de sí y se sumerge en un mundo barroco, buceando entre las sombras que lo abrazan fuertemente; al no existir el dolor, nadie intenta tallarlo, sólo es un trozo de madera en bruto; no necesita ninguna mano que lo perfeccione, porque al monstruo le gusta ser un monstruo.

Hambriento, le gustan sus dientes al devorar papel.

A veces se sofoca; su océano se llena de cuadros blancos y negros.

El rojo le infunde respeto y por ello le gusta desafiarlo pintando sus labios de ese color. Pero hay cosas y seres que el monstruo no es capaz de desafiar, precisamente porque no lo creen capaz de hacerlo.

En el fondo de su gélido océano de tonos lilas, azules y verdes, cuando mira hacia la transparente superficie, siempre piensa en una cosa: en la manera de explotar, en que tendrá que hacerlo pronto, y que si no, será imposible escapar.

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