El miércoles por la mañana, los Gigantes, de riguroso luto y acompañados de vecinos, velaron la Sardina en la Plaza de España. Los llantos y la desesperación abrumaban los corazones de los herencianos por el fin del Carnaval. A las 15.30 de la tarde, la plaza funcionó como un tanatorio improvisado, donde los asistentes ofrecieron las condolencias más sentidas a los familiares y amigos de la Sardina. Para mitigar este gran dolor, el Centro de Mayores repartió mistela y dulces típicos.
Después, el cortejo partió hacia la pira crematoria, presidido por el sacerdote que no dudó en ningún momento en consolar a sus vecinas que acompañaban el coche fúnebre, elaborado por Jesús “Chamusca”. Oraciones, plegarias, gritos y algún desmayo se vivieron durante el trayecto que recorrió las calles Iglesia, Cristo de la Misericordia, Santo Sepulcro hasta la Sierra de San Cristóbal. Una vez allí, se procedió a incinerar a la Sardina junto con un pelele, fue el momento de mayor intensidad. Vecinos y familiares se despedían de ella con el corazón roto del dolor. Se aprovechó el momento para rifar un obsequio entre los asistentes y entregar al oficiante un diezmo a modo de figura por los servicios prestados en el sepelio.
Tras la incineración, se degustó sardinas asadas y limonada. El buen tiempo favoreció la concurrencia de dolientes por las calles y en la sierra. Por este motivo, se prepararon cien kilos de sardinas y otros cien litros de refresco. Fue una tarde espléndida que sirvió como broche final al Carnaval de Herencia.
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Fuente: Ayuntamiento de Herencia