Durante el verano debemos extremar las precauciones y las medidas de higiene en la manipulación y la conservación de los alimentos, ya que las altas temperaturas favorecen el posible crecimiento de microorganismos, especialmente en los productos frescos. Por la misma razón, la cadena del frío se pueda romper más fácilmente provocando que la comida se estropee con más rapidez.
Por ello, desde la Dirección General de Salud Pública y Consumo de la Consejería de Sanidad se aconseja seguir algunas recomendaciones en la compra, preparación y conservación de los productos que vamos a consumir, especialmente en esta época del año.
A la hora de comprar alimentos, se recomienda hacerlo en lugares autorizados y comprobar que estén en buenas condiciones. Respetar las fechas de caducidad y normas de conservación y preparación es otro factor importante para evitar trastornos salud. Se recomienda la lectura atenta de los productos e indicaciones, con especial cuidado en alimentos precocinados que indican necesidad de calentarlos en el hogar antes del consumo.
En verano es mejor comprar poco y más a menudo. Con los congelados hay que prestar especial atención, adquirirlos al final de la compra y utilizar bolsas isotérmicas para su traslado, conservándolos siempre por debajo de -18º C. Además, los alimentos que se descongelen, nunca deben volverse a congelar.
Ordenación y mantenimiento
Para mantener la comida en perfectas condiciones durante más tiempo, es esencial ordenar adecuadamente la nevera, revisar su contenido de vez en cuando y tener a mano los productos que vayan a caducar próximamente. Los alimentos congelados es preferible siempre descongelarlos dentro del frigorífico.
Los alimentos a temperatura ambiente pueden deteriorarse y producir trastornos o enfermedades. Por ello, en general hay que evitar cocinar la comida con mucha antelación y, en todo caso, mantener la temperatura siempre por encima de los 65º C o bien enfriarlo rápidamente. Si no se van a consumir en las 24 horas siguientes a su preparación, mejor congelarlos.
Asimismo, hay que evitar el contacto entre alimentos crudos y cocinados, tanto en su preparación como en su almacenamiento.
Los huevos frescos siempre deben estar limpios y con la cáscara intacta. No se recomienda lavarlos inmediatamente tras la compra ya que pierden la cutícula exterior que los protege contra los microorganismos. En caso de preparar una tortilla, cocínela hasta que quede bien cuajada, no olvide mantener en frío si no va a ser consumida de inmediato.
Hay que tener especial cuidado con las salsas elaboradas con huevo, conservándolas en el frigorífico inmediatamente después de elaboradas y consumiéndolas en el día.
En verano, resulta más apetecible incluir en nuestra dieta el consumo de frutas, verduras y hortalizas, para preparar estos alimentos es importante lavar a conciencia aquellos que se vayan a consumir en crudo.
A la hora de manipular los alimentos
Antes de proceder a la manipulación de los alimentos hay que extremar la higiene personal y también la de la zona de trabajo. Para ello, hay que lavarse las manos antes de prepararlos.
Para evitar la contaminación cruzada en tablas, platos o cubiertos que se utilizan para preparar alimentos crudos, hay que lavar bien las superficies con jabón antes de volver a utilizarlas con alimentos cocinados.
En caso de tener una herida, es conveniente protegerla bien con una cubierta impermeable o tirita. Ante un resfriado, hay que tener especial cuidado de no toser ni estornudar sobre los alimentos.
Fuera de casa
En verano es habitual comer algo fuera de casa, por ello debemos recordar que en bares, cafeterías y restaurantes, las condiciones higiénicas del local serán las adecuadas y los alimentos expuestos estarán debidamente protegidos por vitrinas.
Hay que prestar especial cuidado con el consumo de salsas y mahonesas. Los establecimientos de restauración tienen obligación de servir estos productos envasados con presentación industrial y no elaborados de forma casera.