Desde la fundación de Herencia allá por el siglo XIII han sido frecuentes a lo largo de los siglos y hasta nuestros días las visitas pastorales donde el representante eclesiástico visitaba el pueblo para exhortar a la población en general a tener una vida de fe y práctica cristiana, al mismo tiempo que examinaba y valoraba las estructuras e instrumentos destinados al servicio pastoral.Durante casi ochocientos años priores delegados de la Orden y vicarios realizaban esta labor apostólica, aunque eran los obispos pertenecientes a la Orden y auxiliares del Arzobispado de Toledo los encargados de administrar la confirmación a los lugareños. Como las visitas de estos representantes de la Iglesia podían sucederse tras muchos años unas de otras a veces el número de confirmandos era extensísimo. Sólo en ocasiones muy concretas, que resultaban auténticos hechos históricos para la localidad, era el propio Arzobispo de Toledo quien se encargaba de dirigir personalmente la visita.
Desde 1875 con la creación de la Diócesis de Ciudad Real a partir de territorios que habían dependido de la Archidiócesis de Toledo y de las órdenes militares de Calatrava, San Juan y Santiago; es el obispo de la diócesis ciudadrealeña quien encabeza la visita pastoral correspondiente a las localidades bajo su designio.
Hasta 1882, los obispos auxiliares dependientes delos diferentes arzobispados españoles estaban adornados con un título honorífico que hacía referencia a una sede histórica que en su momento estuvo bajo la dominación musulmana.Así estos obispos eran titulares de iglesias “in partibus infidelium”(que significa «en tierras de infieles»).
La práctica de las visitas pastorales, generalizada en todo el mundo católico, se hacía más necesaria en entornos como el Campo de San Juan, al que pertenece la localidad herenciana, y donde ?confluían dos jurisdicciones religiosas que en numerosas ocasiones entraron en conflicto: la Orden de San Juan y la Iglesia que hoy entendemos como tradicional (“Iglesia Romana”).
Las visitas pastorales constituyeron el medio privilegiado de vigilar y moralizar al clero, pues permitían comprobar in situ, en su misma parroquia y medio de sus fieles, la situación real. La visita solía seguir siempre el mismo esquema y tras ella era frecuente dejar alguna disposición para la adquisición de material para el culto cotidiano (ropas litúrgicas, misales, vasos sagrados,…). Se examinaban los libros parroquiales de bautizados, matrimonios, difuntos y confirmandos y la visita finalizaba con la visita a escuelas y hospitales, y la administración del sacramento de la confirmación.
En la historia de Herencia nos encontramos con la primera visita pastoral en la figura del Arzobispo de Toledo Don Rodrigo Ximénez de Rada que, durante su mandato (1209-1247), visitó incansable todas las nuevas localizaciones para afianzar el poder religioso en la comarca tras la derrota musulmana en las Navas de Tolosa (1212) y el auge del proceso repoblador de toda la región manchega.
En 1226, antes de la concesión de la carta puebla a Herencia -1239-, es cuando se realiza la concordia entre el arzobispo de Toledo y el comendador mayor de San Juan cuando se inicia la construcción de la parroquia herenciana, ratificándose unos años después cuando de nuevo Ximénez de Rada se encontraba en Herencia ya visitándola.
Desde este siglo XIII y hasta el siglo XVI no tenemos referencias de las visitas pastorales que recibió la parroquia herenciana. A partir de 1579 existe constancia de las mismas gracias a la información que nos proporcionan los libros del Archivo Parroquial de la Inmaculada Concepción. A partir de las visitas que podemos considerar principales, pues concluyeron con la confirmación de herencianos, podemos presentar la siguiente tabla[1]:
Como vemos la importancia de estas visitas pastorales queda refrendada con el número de confirmados de la localidad. Hay momentos en los que el número de los mismos llega a ser casi el 30% de la población total.
Curioso es también la presencia de lo que podíamos definir como una confirmación “a la carta” como sucedió el 8 de Julio de 1880, tan sólo dos años después de la masiva confirmación general, y que acogió a sólo tres herencianos, que fueron los jóvenes siguientes:
- Ignacio, hijo de D. Gabriel Enríquez y Dª. Benigna Olivares.
- Lucilio, hijo de D. José María Moraleda y Dª. Ramona Tapia.
- Jesús, hijo de Alfonso Úbeda y de Fabiana Gómez Calcerrada.
Este llamativo evento fue realizado por el Obispo de Ávila Don Pedro José Carrascosa y Carrión, que aunque ostentó la titularidad de la diócesis de abulense era natural de la vecina localidad de Manzanares.
En todo el listado anterior de las visitas pastorales destaca la de 1793 llevada a cabo por el mismísimo Arzobispo de Toledo y Cardenal Don Francisco Antonio Lorenzana[2]. Posiblemente el marco de tan histórica visita la hallemos en las tensas y conflictivas relaciones que existían en esos momentos entre los representantes de la Orden de San Juan y la jerarquía eclesial toledana que llevó incluso a la excomunión por parte de la representación arzobispal de Don Juan Alfonso Tirado de Haro (cura Prior de Herencia del hábito de San Juan), y el cruce de acusaciones entre ambas partes de incumplir lo acordado en las Concordias en vigor entre ambas dignidades[3].
Para que nos hagamos una idea de los que suponía para la localidad la visita de un personaje de tal enjundia vemos el siguiente documento donde se marca el protocolo que se siguió ante esta histórica presencia”[4]:
“El día 22 de Junio de 1793, desde la Villa de Alcázar de San Juan, a las siete y media de la mañana, llegó a esta villa de Herencia, el Eminentísimo Señor Cardenal Arzobispo de Toledo Don Francisco Lorenzana, con su Obispo Auxiliar, Secretario, Caballerizo y algunos familiares. El Ayuntamiento de esta villa le salió a recibir con doce coches muy buenos y doce caballos enjaezados muy lucidos.
En el primer coche iban los dos alcaldes por ambos estados y un teniente del Cura Prior Párroco, yendo unidas las dos jurisdicciones. En los demás coches iban los regidores y demás personas del Ayuntamiento y varios particulares distinguidos, llevando varios eclesiásticos en otros coches….
Llegó esta comitiva a la división del término de Alcázar y aguardaron formados en dos filas, caballos y coches, que llegase el de su eminencia. A el instante se quiso apear pero así los Alcaldes, como todos los que ya estaban apeados, le suplicaron no se apeara; y como por fuerza lo hizo, aquí los alcaldes dieron a entender a su Eminencia como iban las jurisdicciones unidas de lo que se alegró mucho; y habiendo echado la bendición a todos los que llegaron se formó la marcha en la disposición siguiente:
Primeramente iba el coche de su Eminencia, después el de la Justicia, Párroco y Clero, después seguían como a la distancia de cinco varas uno de otro los de los regidores y demás particulares, interpolados todos con los eclesiásticos: los de a caballo iban todos delante del coche de su Eminencia formados en dos filas…
Llegaron a esta villa muy poco a poco y con repique de campanas entró su Eminencia en el pueblo, conduciéndolo por las calles principales de él hasta la Iglesia, en la que se apeó por la Puerta del Norte. A la puerta de la iglesia, por la parte de adentro, estaba todo el aparato que prevenía el ceremonial: el Párroco le dio el agua bendita, el Teniente vestido de capa pluvial le dio a besar la cruz, y habiéndole su Eminencia el incienso y cantado la antífona sacerdotal se entonó el Tedeum y subió su Eminencia al prebisterio. Por recado anticipado se aguardó a su Eminencia con misa rezada, la que oyó y concluida se puso de pie junto a la baranda y publicó la Confirmación, y en seguida hizo una exhortación al pueblo tomando por tema la palabra herencia y luego hizo la confirmación con su obispo auxiliar, y a la tarde hizo también confirmación.
Al día siguiente oyó su Eminencia la Misa Mayor y confirmó varios niños y luego siguió su obispo auxiliar. A la tarde sólo confirmó su obispo auxiliar. Y desde la iglesia se fue a la villa de Alcázar de San Juan”.
Sin duda, las crónicas de las visitas pastorales además de ver las relaciones protocolarias entre los diferentes poderes de siglos anteriores, son una importantísima fuente de datos para la investigación histórica porque en ellas se describen aspectos sociales, económicos, políticos y culturales de las localidades que eran objeto de visita por parte de los obispos ordinarios de las diócesis.
[1] Datos extraídos del Archivo Parroquial de la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Herencia:
- Confirmaciones 1579-1662
- Confirmaciones 1703-1770
- Confirmaciones 1779-1832
- Confirmaciones 1862-1880
- Confirmaciones 1890-1929
[2] Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón (León, 1722 – Roma, 1804) fue un cardenal, historiador, liturgista y humanista ilustrado español. Cardenal presbítero de los Santos XII Apóstoles, Arzobispo de Toledo, Obispo de Plasencia, Arzobispo de México e Inquisidor General de España.
[3] MARTÍN-FONTECHA GUIJARRO, A. (2014); “Desavenencias entre Iglesia Oficial y el Priorato de San Juan”; publicado en el portal herencia.net;
https://herencia.net/2014-08-19-desavenencias-entre-la-iglesia-oficial-y-el-priorato-de-san-juan/
[4] ALMEIDA, Salustiano.“Memoria para lo futuro de la Venida del Señor Arzobispo de Toledo el Señor Cardenal Don Francisco Lorenzana”; Archivo Diocesano de Ciudad Real.