En primer lugar quiero tener un especial recuerdo en estos tiempos que nos ha tocado vivir, tan difíciles, los cristianos una vez más tenemos que demostrar que Dios está siempre entre nosotros y ahora más que nunca, acompañándonos en el dolor por las personas que más sufren y mueren en esta pandemia, abundando a tantas y tantas personas que con su trabajo y dedicación hacen que este mundo no se pare, nos da fuerzas para seguir con fe y esperanza para salir cuanto antes de esta pesadilla.
Cuando ocurre alguna desgracias como nos está ocurriendo ahora lo primero que preguntamos es: ¿Dónde está Dios? ¿Cómo puede permitir esto? Esto es así porque utilizamos a Dios a nuestro antojo y nuestra necesidad, ahora te necesito y te uso, ahora no te necesito y te niego.
¿Acaso a alguno de los que escuchamos estas palabras le hemos dado gracias a Dios en algún momento del día sin importar hora, simplemente por habernos regalado un día mas? ¿Por las nuevas altas que han superado esta enfermedad? Creo que cada vez más decimos sí. Esta pesadilla nos está esquilmando, pero también nos está uniendo, haciéndonos más solidarios, más fuertes, mirando a la persona que tenemos al lado, a la que nos está tendiendo su mano y su corazón para ayudarnos, ayudarnos a vernos a nosotros mismos, a ver nuestros sentimientos, a ver al hombre bueno que todos llevamos dentro, ese es nuestro hermano, ese es Jesús, el que en estos días conmemoramos su pasión, muerte y resurrección, y que queremos recordar y tener una oración por todos los difuntos que se está llevando esta pandemia. También a todos los hermanos que ya dejaron este mundo y que fueron parte de la cofradía.
Hoy quiero tener un recuerdo muy especial por nuestro hermano Manolo Sierra y, como dice el dicho, «una persona se muere realmente cuando nadie la recuerda y, en la figura de nuestro hermano Sierra, no es el caso, es todo lo contrario, te echamos de menos, conduciendo el paso de Nuestro Cristo durante tantos y tantos Viernes Santos. Manolo, te pedimos que desde ese sitio privilegiado en el que estás, intercedas por todos nosotros. Nosotros rezamos por ti. Descansa en paz hermano. Descansa en paz, amigo.
Difuntos en cuerpo, pero vivos en espíritu para que por medio de la intercesión de nuestra madre María Inmaculada, nos ayude y proteja guiándonos por el camino de la fe y la esperanza.
Ahora hagamos nuestra estación de penitencia en nuestras casas, engalanemos nuestro balcón, dediquemos ese tiempo que dura la procesión en reflexionar y dedicarle a Jesús un ratito de nuestro tiempo, es nuestra estación de penitencia, vivámosla como si estuviéramos procesionando un año más a nuestro Cristo Yacente por las calles de nuestro pueblo, como se ha hecho año tras año y, si Dios quiere, se seguirá haciendo muchísimos años más.
FELICES PASCUAS
Florencio Martín de Blas Dorado.
Cofradía del Santo Entierro de Herencia