Tragedias herencianas. Capítulo I

Autor: Víctor García-Hidalgo García-Peñuela

El día 23 de Julio del año 1927 tendría lugar un trágico hecho en la villa de Herencia.

Los acontecimientos ocurrieron en torno a las cinco y media de la tarde en la bodega de Don Marcelino Rodríguez, en la calle del Toledillo. Dos adolescentes, José Fernández – Baíllo y Díaz-Pacheco y José Jiménez-Ortiz y López-Escribano, de 17 y 15 años respectivamente, fallecieron en aquel lugar.

Antiguamente, como ya se sabe, la gente menos pudiente tenía por casi imposible acceder a los estudios, por lo tanto, si los padres veían que su hijo no iba bien en éstos o ellos mismos decían que no les gustaba estudiar, automáticamente los sacaban de la escuela y los mandaban a trabajar.

Estos dos adolescentes, trabajaban de jornaleros en la bodega de Don Marcelino Rodríguez, ocupándose del mantenimiento de las instalaciones. No hay datos de cuando empezaron a trabajar los dos jóvenes en este lugar, pero desde luego aquel 23 de julio no transcurrió con normalidad.

Ese día, al parecer se encontraban en la zona de los conos o tinajas donde se almacenaba el vino, seguramente desarrollando tareas de limpieza o incluso llenando una de estas tinajas. La mala suerte invadió aquel lugar, ya que uno de ellos resbalaría o tropezaría y caería a una de éstas. Su compañero iría a rescatarlo, pero desafortunadamente también caería a la tinaja.

Seguramente habría más jornaleros trabajando en la bodega y al ver que los chicos no volvían o se estaban demorando demasiado, fueron a ver si había ocurrido algún imprevisto, y para su sorpresa, el peor de los pensamientos había tenido lugar. Allí estaban los dos adolescentes ahogados dentro de una tinaja. La escena que he relatado es solo una suposición de lo que pudo suceder, ya que no hay datos tan concretos como para saber cuál fue el desencadenante.

Estos hechos tuvieron lugar el día 23 de julio, pero hasta el día 26 del mismo mes no se notificarían las defunciones en el Registro Civil de Herencia. A las dos y diez del mediodía se notificaba la defunción de José Jiménez-Ortiz y a las dos y veinte la de José Fernández- Baíllo. Leyendo las dos actas de defunción podemos saber con certeza que la muerte se produjo por “inmersión y asfixia por gases”, predominando el óxido de carbono o más comúnmente conocido en el mundo de la enología como “carbónico”. Pero la muerte por inmersión sólo aparece en una de las dos actas, en concreto en la de José Jiménez -Ortiz,¿por qué no sale también en el acta de José Fernández-Baíllo?

Posiblemente se deba a un error en la escritura, habiéndose olvidado poner la causa completa o quizá José Fernández-Baíllo solo murió por inhalación de carbónico. Morir por inhalación de este gas no produce dolor o agonía alguna, es una muerte dulce, ya que quien lo respira queda inconsciente mientras este gas va expulsando el oxígeno del cuerpo, al ser más denso que él, y se va apoderando del organismo hasta que el corazón deja de latir por falta del citado oxígeno. Es posible que toda la estancia se inundara de este gas y que uno de ellos se encontrara junto a la boca de la tinaja y al desmayarse cayera a ésta para morir ahogado, mientras el otro podría no estar tan cerca y sólo se desplomara en el suelo. Otra suposición.

Antaño había muchas muertes por inhalación de óxido de carbono y aunque en el acta del registro civil se describiera la muerte de una manera más técnica, la gente que hablaba de algún fallecimiento por esta causa decía “que se había muerto del tufo”. Al fin y al cabo, el pueblo siempre le acaba poniendo su propio calificativo, a las enfermedades o a las muertes más frecuentes y de las que antes por la falta de estudios se desconocían las causas que podían provocarlas.

Fueron Braulio Sepúlveda Álvarez e Indalecio López Fuensalida los dos hombres, vecinos de Herencia, que encontraron los cuerpos sin vida de los jóvenes y dieron la voz de alarma en la bodega.

Otra de las cosas más destacadas de este caso, es que los dos chicos fueron enterrados en tierra, como era normal en aquella época por el alto porcentaje de pobreza y por ello no poder pagar el alto costo de una caja para guardar sus restos mortales y ni siquiera una lápida o losa. Pero sólo uno de ellos, José Fernández-Baíllo, tiene una losa con un grabado. Y es que el chico tuvo la suerte de establecer contacto con la música, ya que en la losa está grabado el siguiente texto: 

“JOSÉ BAÍLLO DÍAZ, EL 23 DE JULIO DE 1927,DE 17 AÑOS,LA BANDA MUNICIPAL ?UE DIRIJE D. LUÍS GONZÁLEZ POR UNANIMIDAD DEDICAN ESTE MODESTO RECUERDO A EL DISCÍPULO Y COMPAÑERO. 

DEP.
Fuente: Claro Manuel Fdez.-Caballero
Tragedias herencianas. Capítulo I 1

Desgraciadamente no hay ningún documento donde conste el instrumento que el joven tocaba, pero al menos se ve que era querido en la banda, por eso decidieron costear la losa y dedicarle ese grabado. La losa, pese a tener casi 100 años, se conserva en un estado más que aceptable, aunque en la actualidad debido a diferentes circunstancias, la esquina inferior derecha está partida y la losa llena de líquenes y moho.

En el registro de enterramientos y concesiones del Cementerio Municipal podemos encontrar los titulares de las dosfosas de los jóvenes fallecidos: Crisóstomo Fernández- Baíllo, padre de José Fernández-Baíllo y Lorenzo Jiménez-Ortiz, padre de José Jiménez-Ortiz, que constan como dueños de ambas fosas. Tampoco se sabe cuánto dinero costó la compra de la fosa, pero por aquella época, como decía antes, salían por una cuantía superior a lo que las familias sepodían permitir.

Tragedias herencianas. Capítulo I 1
Tragedias herencianas. Capítulo I 2

Por otra parte, también podemos encontrar la inscripción de los fallecimientos, donde constan el número de enterramiento, la fecha, el nombre del fallecido y la ubicación de éste.

Tragedias herencianas. Capítulo I 2
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Para concluir, una curiosidad para darle una dolorosa pátina más al trágico suceso anteriormente detallado: Lorenzo Jiménez-Ortiz, padre del fallecido José Jiménez-Ortiz, falleció 33 días después que su hijo. Desconozco las causas.

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