El modelo de formación dual ha ganado relevancia en el ámbito educativo de la región, impulsando un enfoque que combina la enseñanza académica con la experiencia laboral directa. Esta estrategia permite que los estudiantes apliquen en entornos reales los conocimientos adquiridos en el aula, brindando una preparación más completa y práctica.
Los estudiantes que optan por este sistema dividen su tiempo entre el centro educativo y una empresa colaboradora. De esta manera, desarrollan actividades prácticas que complementan su aprendizaje teórico y establecen una conexión más estrecha entre la educación y el mercado laboral. Esta integración no solo enriquece el proceso educativo, sino que además puede incrementar la empleabilidad de los alumnos al finalizar sus estudios.
El sindicato Comisiones Obreras (CCOO) ha sido un promotor activo de esta modalidad formativa. Desde la organización sindical, se enfatiza la importancia de dotar a los estudiantes de herramientas prácticas que respondan a las necesidades actuales del sector empresarial. También se destaca el papel activo de las empresas en la formación de futuros trabajadores, ajustando el desarrollo de competencias a los requerimientos específicos de los distintos sectores productivos.
A pesar de las claras ventajas que ofrece este modelo, algunos expertos advierten sobre los retos que aún persisten. Entre estos se encuentran la necesidad de una adecuada supervisión del aprendizaje en los entornos laborales y la importancia de asegurar que tanto instituciones educativas como empresas cumplan con sus responsabilidades en el proceso formativo.
El creciente interés por este enfoque educativo ha propiciado un incremento en la oferta de programas formativos que lo integran. La colaboración efectiva entre las instituciones educativas y las empresas se vislumbra como un factor clave para maximizar los beneficios de la formación dual, adaptándose a las demandas de un mercado laboral en continuo cambio.