Puertollano ha vivido una jornada llena de emoción y gratitud al rendir homenaje a los mineros en la festividad de Santa Bárbara. Pese a la lluvia y el viento, la comunidad se congregó en el cerro de Santa Ana para honrar a aquellos cuyo esfuerzo y dedicación han forjado la historia de la ciudad. A las 12:30 del mediodía, tuvo lugar una emotiva ofrenda floral que contó con la participación de diversas autoridades y representantes de entidades locales.
El acto comenzó con la lectura de un poema de Eduardo Carrero y una bendición a cargo del párroco local, Pedro Antonio Rodríguez Menchén. Alumnos de Aspades-La Laguna también participaron, compartiendo reflexiones sobre la importancia de los mineros, en el marco del centenario de la ciudad y del medio siglo de celebración de este colectivo.
Miguel Ángel Ruiz, alcalde de Puertollano, subrayó la relevancia del 4 de diciembre como un día de memoria y gratitud, ensalzando el esfuerzo de aquellos que hicieron posible el crecimiento y desarrollo de la ciudad. Ruiz destacó el contexto especial de este año, marcado por el centenario de Puertollano como ciudad, una celebración que enriquece el significado del tributo.
En este homenaje, se brindó un reconocimiento especial a las mujeres mineras y a las esposas de los mineros, representadas en el evento por la escultura de la «Minera de Puertollano», obra del escultor Julio Antonio. El alcalde resaltó el sacrificio silencioso de estas mujeres, quienes desde los hogares sostuvieron a sus familias y, en muchos casos, también trabajaron en las minas.
Ruiz aseguró que la minería ha sido el corazón que marcó el ritmo de Puertollano a lo largo de generaciones, dando forma al paisaje y a la identidad de la ciudad. Recordó que esta industria no solo generó riqueza sino también una pertenencia que subraya la capacidad de resiliencia de la comunidad.
El evento culminó con una ofrenda floral liderada por el alcalde, acompañado por los concejales María Castellanos y Javier Trujillo, y seguida por representantes de diversas organizaciones locales. La ceremonia concluyó con una traca de fuegos artificiales, simbolizando el respeto y el agradecimiento a todos los mineros que con su trabajo hicieron posible el Puertollano moderno.
Este tributo no solo preserva la memoria de los mineros y sus familias, sino que también invita a la reflexión sobre el papel crucial que estas personas desempeñaron en el desarrollo de la ciudad, recordando que tal progreso fue fruto de un esfuerzo conjunto y no fruto del azar.


















