La Virgen de las Mercedes de Herencia. Recuerdo de su primitiva imagen.

España, uno de los países del mundo que más arte posee, no se ha caracterizado por la conservación y salvaguarda del mismo. Otros países europeos, conservan restauran, miman toda huella de su pasado, todo aquello que es memoria histórica, reflejo de su ser más íntimo. Aquí, en cambio, se han vivido diversos momentos históricos aciagos para el arte, la invasión napoleónica, la desamortización de Mendizábal, la pasada guerra del 36, la malentendida reforma litúrgica propiciada por el Concilio Vaticano II, que llevó a muchos clérigos a arrancar antiguos púlpitos, a arrojar nobles retablos, a retirar imágenes sagradas etc.
Herencia poseyó un viejo convento de frailes mercedarios descalzos, hoy convertido en ayuntamiento, con una bella iglesia conventual, dedicada a la Virgen de las Mercedes. Eran notables en su factura, el convento de perdió en la desamortización y la iglesia sufrió grandes pérdidas y destrozos en la guerra. De este modo, Herencia quedó sin uno de sus edificios más emblemáticos, con él se perdió una importante biblioteca, llamada en aquellos años librería, una botica conventual, con sus albarelos de cerámica, su mortero y otros interesantes utensilios; unos recoletos claustros, una escalera principal, el refectorio, el horno, la huerta y otras de pendencias repletas de obras de arte, que de haberse conservado hoy colmarían los anhelos del más exigente.
Quizá la “joya” perdida más sentida por el pueblo de Herencia sea la Virgen de la Virgen de las Mercedes. Por diversas razones, la fe en esta imagen ha calado hondo en el sentir popular de los herencianos, la escultura a la nos referimos, es obra probable del siglo XVIII, desconocemos quien fue su autor, la imagen desapareció a principios de 1937, en nuestra incivil guerra, y fue sustituida por la actual en septiembre del año 1940, la nueva talla una buena obra artística de bella factura, salida de los Talleres barceloneses Viuda de Reixach. La imagen de las Mercedes se ha convertido en símbolo del pueblo de Herencia, existe una constante vinculación histórica entre el pueblo y “su Virgen” a la que señala como “su tesoro” como hito principal de sus entrañas más íntimas, hasta el punto de haber sido coronada como Reina y Patrona en la plaza de España por el obispo de Ciudad Real en el mes de mayo de 1951 y haber sido nombrada Alcaldesa Perpetua de la población por el actual alcalde en 1999.
Patearon los mercedarios descalzos las calles del pueblo propagando y difundiendo el nombre de las Mercedes por Herencia, fueron ellos los que enseñaron a querer a la Madre mercedaria con tierno y filial amor, siendo festejada y piropeada por cuantos se han visto seducidos por la galanura, finura, y hermosura de su bello rostro. Fue en 1603 cuando se fundó, en el convento mercedario de Los Remedios de Madrid (actual plaza Tirso de Molina) la Orden de la Merced Descalza. Tras la apertura del primer convento descalzo en La Almoraima, en el término de Castellar de la Frontera (Cádiz), se sucedieron rápidamente las fundaciones extendiéndose especialmente por el centro y sur peninsular. En 1656 llegan a fundar a la villa de Herencia, dentro de El Campo de San Juan, y lo hacen traídos de la mano de Don Juan-José de Austria, hijo del rey Felipe IV y de María Calderón, apodada “ La Calderona”, afamada actriz de la época. En la primera década del siglo XVIII se inicia la construcción de la actual Iglesia, en la que destacaba su monumental retablo barroco, en lo alto del mismo, San Pedro Pascual, mercedario nacido en Valencia, obispo de Jaén, mártir en Granada y autor de importantes obras de espiritualidad, escritas en latín, castellano y lemosín. Al centro, la bella imagen de la Virgen protegida con un gran cristal, tras ella, el luminoso camarín, estudiado y valorando justamente por Claro-Manuel Fernández-Caballero en el interesante artículo que publicó en Canfali 19 de septiembre de 2003 y en el Programa de Ferias del pasado año 2003. A ambos lados de la Virgen, otros dos mártires mercedarios, a su derecha San Pedro Armengol, cuya desordenada vida sirvió de base a la novela de Fray Gabriel Téllez (Tirso de Molina) titulada El Bandolero; y a su izquierda San Serapio, de origen anglosajón, martirizado en una cruz en forma de aspa y patrono de los enfermos.
La imagen de la Virgen de las Mercedes es la patrona y titular del convento, representada en la primitiva talla con gran belleza en su confección, armoniosa en sus formas, y agraciada en las facciones de su dulce rostro. La estatua se asienta en una gran nube, envolvente y barroca, que tiene a los ángeles por escabel. María aparece de pie y de frente, desplegando la mirada hacia su izquierda, lugar donde sustenta a su Hijo, viste el blanco hábito de la Orden de la Merced, compuesto de túnica, ceñida a la cintura por un cinturón del que cuelga la correa de San Agustín, cuya regla profesan los mercedarios al ingresar a la Orden; escapulario con el escudo de la Merced al pecho, formado por las barras rojas de Reino de Aragón y la cruz blanca, símbolo de la catedral de Barcelona; y magna capa bellamente recogida con rico broche. Calza zapatos negros, algo infrecuente en un convento de religiosos Descalzos habituados a representar a las imágenes con los pies descubiertos. En la mano derecha sostiene el escapulario mercedario, prenda de eterna salvación, recuerda el escapulario entregado por la Virgen a San Pedro Nolasco, fundador de la Orden, su uso conlleva grandes indulgencias y privilegios otorgados por Urbano VI y otros Papas más. En la misma mano derecha porta un ramo de rosas alusivas a la devoción al rosario, propia de una Orden mariana, como la mercedaria, que se cree fundada por la misma Virgen María. En la izquierda porta al Niño, de facciones abultadas y cuerpo desnudo que permite ver su marcada anatomía. Éste bendice con su mano derecha, mientras que en su izquierda lleva el escapulario de la Merced y las rosas. Al destrozar la imagen de la Virgen en la guerra el Niño se salvó por suerte y hoy está en manos privadas.
Del conjunto escultórico uno queda prendado de la mirada de María, maternal y misericordiosa, sus ojos grandes y almendrados no están exentos de cierta melancolía. El delicado rostro tiene forma ovalada, las facciones son suaves, con cejas finas y rectilíneas, la nariz es recta, la boca pequeña y el cuello alto y cuidado. El cabello cae sobre los hombros, y suponemos sobre la espalda, de manera acentuada. Va coronada como Reina, Madre y Patrona. El escultor se ha recreado especialmente en algunos plegados de hábito, sobre todo en el pliegue del escapulario y en la parte baja de la túnica, así como en la capa. La monotonía del color blanco amarfilado del hábito se rompe por medio de la orla que bordea la túnica, el escapulario y la capa. Llama la atención el acentuado giro que posee la imagen logrado por el movimiento del escapulario. Esta nota, así como la de marcar el volumen adelantado su pierna derecha, hacen que podamos datarla al siglo XVIII y atribuirla a la Escuela Madrileña de esa centuria, se conservan varias tallas de la Merced, de esa época y escuela, que tienen esas mismas características.
La imagen mercedaria de Herencia gozó de justa fama en el pasado, no solo en nuestra villa si no también en otras de La Mancha, todavía hoy acuden en peregrinación a Herencia diversas gentes de la comarca implorando la Merced y el consuelo de María. Su antigua imagen se ha reproducido en multitud de tallas, cuadros, láminas, postales, estampas, pequeñas imágenes etc. Personalmente hemos “descubierto” dos tallas que nos parecen de especial interés: una en la capilla existe dentro del caserío de la denominada “Finca de los Frailes”, antigua propiedad de los Descalzos mercedarios en la carretera que va a Cinco Casas, y otra en la capilla-panteón que la familia Palmero posee en la vecina localidad de Alcázar de San Juan. A ellas hemos de sumar las pequeñas imágenes, replica de la primitiva Virgen de las Mercedes de Herencia, que todavía hoy se siguen confeccionado en los talleres catalanes de Olot.
Por todo lo dicho, podemos terminar diciendo que nos hallamos ante una buena talla, de elegante porte, de bella factura y de gran valor artístico, representativa del sentir popular y religioso de un pueblo, Herencia, que se acoge al patrocinio y a las Mercedes de María, a la que mira como portadora de todos sus anhelos y deseos, la Madre de la Misericordia que todo lo puede. Una imagen que desgraciadamente desapareció en 1937 pero que por fortuna permanece viva en el recuerdo y en el alma de la mayor parte de nuestros mayores, teniendo un altar en cada uno de sus corazones.

Por el Padre Mario ALONSO AGUADO (Mercedario)

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