La Cúpula de La Merced de Herencia, en el centenario de su restauración

La Cúpula de La Merced de Herencia, en el centenario de su restauración

Cúpula de La Merced de HerenciaEn estos días de navidad son diferentes los adornos que nos remiten a la Divinidad: belenes, nacimientos, la estrella de belén… elementos diferenciadores de una cultura, la nuestra, que hunde sus raíces en el cristianismo. También durante el resto del año nuestros pueblos y ciudades poseen símbolos, edificios y otras huellas que nos hablan de lo trascendente. Uno de los símbolos más comunes a cualquier población son las grandes torres y campanarios que emergen de sus caseríos. En el caso de Herencia nos encontramos con la gran torre de la iglesia parroquial y con la bella cúpula de su iglesia conventual.

En esta ocasión queremos dirigir nuestra mirada hacia la recoleta iglesia conventual de La Merced, situada en pleno corazón del casco histórico. Forma parte del histórico convento mercedario fundado por el infante Don Juan José de Austria, en 1656. Noble edificación obra del Maestro Juan de Arenas. Se dió por finalizada ya iniciado el siglo XVIII. De hechura barroca, destaca su fachada principal, en la que alterna el ladrillo con la piedra. Se compone de un diseño vertical, formado por tres cuerpos, el primero es un arco tripartito, sobre él está el escudo de armas de Don Juan José de Austria, el fundador. Más arriba, una hornacina alberga una imagen con la Virgen de las Mercedes y siguiendo el eje de simetría un gran ventanal que ilumina el coro, culmina todo un frontón triangular con óculo. Un par de torres gemelas de planta cuadrada flanquean su entrada y articulan la fachada, adornada con sendos escudos mercedarios esculpidos en piedra de Novelda (Alicante).
Izada al viento está su cúpula, sumamente esbelta. Es octogonal y posee tambor con ventanas, alternando las vanas con las ciegas; posee un cuerpo principal recubierto de escamas de cinc acabado en cupulino y chapitel, cubierto también de cinc. Una gran cruz de artística forja, con veleta debajo, remata todo el conjunto. En su exterior reza: “Año 1907”, año de su restauración, hace ahora justamente un cien años. La obra se levantó siendo comendador de La Merced de Herencia el P. Luis Suárez, que estuvo al frente del convento durante quince años, desde 1903 a 1918. A él se deben también la fundación de un colegio y de los llamados “Jueves Eucarísticos”.

El interior de la iglesia posee tres naves, con bóveda de cañón en la central y de arista en las laterales, enmarcadas en el prototipo del barroco del siglo XVII. Se articula en una nave principal con crucero dentro del rectángulo de su traza, integrando las naves laterales adornadas con diversos retablos. Hallamos la cúpula semiesférica en el mismo punto del crucero en el que se articulan y encuentran las dimensiones horizontal y vertical de la cruz, como símbolo de unión hacia los hermanos y dirección hacia el altar. La cúpula se rompe en su clave con un pequeño lucernario que deja traspasar la luz. Se apoya sobre pechinas pintadas con cuatro imágenes de venerables mercedarios, dos religiosos y dos monjas, intermediarias entre el espacio del pueblo y el simbólico de la cúpula, representación de la bóveda celestial. En el caso de Herencia, se divide en ocho gajos o gallones, orientados hacia los brazos de la cruz y hacia las diagonales de las pechinas.

Las pinturas anteriormente aludidas, datadas en el siglo XVIII y consideradas anónimas, están faltas de restauración, y aunque aparentemente están bien conservadas, la suciedad es generalizada lo que provoca un oscurecimiento de la película pictórica, por ello es difícil identificar plenamente a los cuatros personajes representados. Al escribir nuestro libro “Ntra. Sra. de las Mercedes y Herencia. Imágenes, tradición y devoción” nos aventuramos a lanzar una hipótesis apresurada de quienes pudieran ser algunos de ellos. Ahora retomamos la idea con más calma y logramos ver a los siguientes: El venerable Fray Antonio de San Pedro, cuyo verdadero nombre era Antonio Correa. Oriundo de Portugal, pasó a Lima donde se dedicó al comercio. De regreso a España tras pasar por los dominicos de Sevilla ingresa en La Merced Descalza en el convento de ciudad sevillana de Osuna, profesando como hermano el 15 de Febrero de 1615. Hombre de acrecentada vida religiosa llena de penitencia y mortificación. Se dedicó al servicio y a la caridad para con los pobres y encarcelados. Murió en Osuna el 30 de Abril de 1622. En Herencia aparece representado con el hábito de La Merced Descalza, con su mano derecha alzada asistiendo a una celestial aparición de Cristo Varón de Dolores.

El otro de los religiosos representados pudiera ser el venerable Fray Gonzalo Díaz de Amarante, amigo de Fray Antonio de San Pedro. Nació en Portugal y se embarcó hacia las Indias, tomó el hábito mercedario en La Merced de Lima, profesando el 18 de Octubre de 1604. Este hermano gozó de fama de santidad en vida, muriendo el 17 de Enero de 1618. En Herencia aparece representado con los brazos cruzados ante el pecho, joven y barbilampiño, alza la mirada al cielo como si estuviera en éxtasis o en profunda oración, aceptando la voluntad divina.

De las monjas representadas en los otros dos medallones de las pechinas, una parece ser la venerable Sor María de la Santísima Trinidad, nacida en el barrio de Triana en Sevilla en 1619. Recibió la gracia de tener los estigmas del Señor ingresando como mercedaria en el Monasterio de la Asunción de Sevilla. Murió el 3 de Octubre de l656. En Herencia está representada con una corona de espina alrededor de su velo monjil. Junto a ella aparece Jesucristo entre nubes con el ánimo de imprimirle los estigmas pasionistas.

La cuarta y última de las figuras, de más difícil identificación, representa a una mercedaria que porta lirios de pureza en su mano derecha, siendo muy poco visible el resto de la pintura. Bien pudiera representa a la venerable Sor Teresita de Jesús, nacida en San Lucas de Barrameda en 1622, y que quiso vivir de niña al modo de las monjas Mercedarias Descalzas, llevando una vida de fuerte mortificación y penitencia. Murió a los cinco años en 1627. De todos modos aguardamos a que una acertada restauración arroje luz sobre todo este particular.

Mario Alonso Aguado y
Claro Manuel Fdez.-Caballero Martín-Buitrago.

Artículo publicado en el semanario Canfali (Alcázar), 21-12-2007.

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