Una de las primeras obsesiones, y casi me atrevería a decir, una de las primeras necesidades que ha sentido el ser humano ha sido la de marcar cuanto le rodea diferenciando unas cosas de otras, marcando su estatus, su propiedad y pertenencia. En este orden de cosas pronto aparecen los distintivos tendentes a diferenciar unos elementos de otros. Distintivos que fueron evolucionando con el paso del tiempo en diversas y diferentes líneas dando lugar entre otros muchos aspectos a los emblemas, insignias, escudos y blasones heráldicos, tal y como los conocemos hoy, cuyo objetivo final es el de remarcar un linaje, dando muestra de su poder, posición y condición.
Así pues, la heráldica que ha llegado a nuestros días tiene su origen en el signo empleado por los guerreros en los campos de batalla con el fin de que pudieran distinguirse unos de otros, signo que a partir del siglo XII evolucionó al símbolo de distinción familiar de carácter hereditario. Tras esta primera necesidad militar, será el estamento eclesiástico el que necesite de los servicios de la heráldica, de nuevo, con un fin distintivo tendente a identificar la diócesis de procedencia de sus documentos, así como aquel cuya firma les daba validez. En 1166 el pontífice Alejandro III determina que todos los documentos que se remitan a la corte pontificia vayan debidamente sellados, careciendo de valor legal aquellos en los que no concurra esta circunstancia, obligando a diócesis y conventos al uso de un sello con sus armas para identificar y autentificar sus escritos.
A todo lo anteriormente señalado hay que sumarle el hecho de que todas las figuras heráldicas del blasón, además de su valor identificativo, tienen una importante y profunda carga simbólica que nos habla de las cualidades de aquel al que distingue.
En la última centuria, y más concretamente, en las últimas décadas, la heráldica esta viviendo un fuerte renacer en todos sus campos, tanto en el militar, como en el familiar o el municipal, por lo que no es de extrañar que en este orden de cosas, en el mundo religioso también esté sucediendo lo mismo. Un ejemplo claro de esto lo vemos en el mundo de la Semana Santa, donde cada Hermandad y Cofradía, lo primero que hace al constituirse es fijar un conjunto de letras, abreviaturas, o símbolos, que la represente, creando así un escudo o emblema, que la identifique y diferencie del resto de Hermandades de su localidad, pero también de los pueblos vecinos.
En los casos de los escudos de Hermandades y Cofradía de Semana Santa, estos tienen un común denominador que los caracteriza, y es la inclusión, por lo general, de algún elemento de la Pasión de Cristo. Así, por ejemplo, en el caso de Herencia es frecuente ver en la heráldica de varias Hermandades la representación de la cruz, símbolo pasional por excelencia, o de la corona de espinas. No obstante esto es algo normal, pues lo que se persigue con ello es que la identidad de cada Hermandad quede perfectamente evidenciada en su escudo, en el que normalmente suele aparecer algún símbolo que aluda a su imagen o imágenes titulares.
Reflejo de todo lo señalado lo vemos en el escudo de la Junta de Hermandades de Semana Santa de Herencia. Asociación de representantes de las Hermandades de Herencia, esta Junta Permanente lleva funcionando desde la década de los años cincuenta con el fin de engrandecer y organizar la Semana Santa herenciana, aunque no es hasta el pasado año 2003 cuando la misma es aprobada canónicamente por D. Antonio Algora Hernando, Obispo de Ciudad Real y Prior de las Órdenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara y Montesa. El objetivo último de esta Junta es el de velar por que todo lo referente a los deberes religiosos de las hermandades de pasión de Herencia sea rigurosamente llevado a la práctica, al mismo tiempo, que como se señala en su artículo 3.1b sea fiel expresión del espíritu de todas las Hermandades. Razón esta por la que en su escudo, diseño de Ángel Martín-Fontecha Guijarro, entonces Secretario General de la Junta de Hermandades, aparecen reflejados todos y cada uno de los distintivos, signos y emblemas de las Hermandades pasionales que conforman nuestra Semana Santa.
El escudo de esta Junta va más allá en su identificación y simbolismo, y no simplemente quiere reflejar la unión de las Hermandades de Pasión de Herencia, sino que también quiere ser fiel reflejo de su marco geográfico e histórico, por lo que para su confección adopta la base de otro escudo ya existente y reconocible por todos los herencianos como es el de nuestro mismo municipio, rehabilitado y modificado tanto en sus piezas como en sus esmaltes y metales (colores heráldicos), conformado de la siguiente manera:
Escudo cuartelado, todos ellos de plata (blanco), en los que en cada cuartel se puede observar uno de los escudos de las Hermandades que conforman esta Junta Permanente de Semana Santa. Así en el primer cuartel se advierte el escudo de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Columna, Nuestro Señor de los Afligidos y Santísima Virgen de la Soledad. En el segundo aparece el emblema de la Hermandad del Cristo de la Misericordia y Prendimiento de Jesús representado por la corona de espinas y la caña, ambas en oro (amarillo) y el anagrama JHS (Jesús Hombre Salvador) en azur (azul). El tercero de los cuarteles es ocupado por el anagrama JN (Jesús Nazareno) en gules (rojo) identificativo de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno y la Virgen de la Amargura, mientras que en el cuarto y último se aprecia un corazón rematado de llamas y coronado por una cruz al mismo tiempo que es atravesado por siete puñales, emblema este de la Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores.
Como sucede con el escudo municipal de Herencia, al centro se aprecia un escusón ovalado, también en plata (blanco) con la Cruz de Jerusalén en gules (rojo) en representación de la Cofradía del Santo Entierro.
Acolada, en azur (azul), se observa la cruz de San Juan de Jerusalén, más popularmente conocida como de Malta otorgada a la Orden Hospitalaria por el Papa Inocencio II en 1130, y que realmente es de plata (blanca) sobre gules (rojo), representado con sus ocho puntas cada una de las bienaventuranzas.
A la diestra y siniestra de esta cruz aparecen las piezas que en su origen se encontraban dentro de la heráldica municipal de Herencia. Así a la diestra del escudo castillo de oro (amarillo) mazonado de sable (negro) y aclarado de azur (azul), mientras que a la siniestra león rampante de gules (rojo), uñado y linguado de azur (azul) y coronado de oro (amarillo). En la parte inferior, torre de oro (amarillo) mazonada de sable (negro) y aclarada de azur (azul), acompañada a siniestra de caballero con armadura y lanza sobre caballo rampante.
El escudo de la Junta Permanente se completa al timbre con capelo cardenalicio, en sustitución de la actual corona real cerrada que timbra el escudo de Herencia, pero no por un sentido de heráldica religiosa en la que este tipo de elementos litúrgicos significan a las dignidades eclesiásticas, sino a causa de una de las variadas tipologías de escudo municipal usado a partir de los años cincuenta del pasado siglo, y en la actualidad en desuso debido a la oficialización en el 2007 de la heráldica municipal.
Además, en este año 2008, la heráldica de la Junta Permanente se ha visto modificada de forma sustancial al introducirse un nuevo escusón ovalado en la parte inferior del escudo entre los cuarteles tercero y cuarto. Escusón en plata (blanco) con la cruz de gules (rojo) y azur (azul) de la Orden Trinitaria, que representa a la recientemente aprobada Hermandad del Santo Cristo de Medinaceli y la Virgen de la Asunción.
Artículo publicado en el Semanario Canfali el 14/03/2008
Claro Manuel Fdez.-Caballero Martín-Buitrago
Ldo. en Historia del Arte