Los Pelendengues actuaron en el Teatro Falla con expectación de los gaditanos y rodeados de manchegos

Los Pelendengues actuaron en el Teatro Falla con expectación de los gaditanos y rodeados de manchegos

Entre manchas, Quijotes, lavadoras y muchas expectación llegaron Los Pelendengues a Cádiz. Después de meses de preparación y  nervios por fin llegó el día 2 de febrero y el teatro Falla esperaba a los manchegos para participar en el Concurso Internacional de Coros, Comparsas, Chirigotas y Cuartetos; el teatro y los medios gaditanos que, con micrófono en mano y cámara al hombro, buscaban algunas palabras de los protagonistas, incluso el informativo de la noche de Canal Sur abría con ellos.

Casi siete horas de viaje a sus espaldas, los trajes, las lavadoras, los nervios y el maquillaje no minaron los ánimos y la ilusión de la chirigota, pero no estaban solos ya que muchos manchegos se acercaron hasta el lugar para verlos actuar incluso se pudo ver una pancarta en la que se leía: «Alcazar con Herencia».

«Y llegaron los de la Mancha», y de manchas iba la cosa. No solo fue mancha su origen, ni el tema de sus coplillas, sino mancha también la que han dejado en Cádiz, de esas que no se borran porque por siempre tendrán el orgullo de ser los primero manchegos en pisar el Teatro falla, el gran teatro de los sueños de carnaval.

Crónica miciudadreal.es

«Pasan las doce de la noche. El teatro medio vacío, es lo que tienen abrir la sesión tras el descanso. Mientras algunos apuran el bocata y la cervecita, la presentadora de Onda Cádiz anuncia: «momento histórico en el Concurso de Agrupaciones». Efectivamente, por primera vez pisa las tablas del Gran Teatro Falla una agrupación de Castilla-La Mancha. Se alza el telón, y ahí está la chirigota «Y llegaron los de La Mancha». El forillo representa a Don Quijote y Sancho Panza y caminos de arco iris que conducen a La Mancha, representada por lo molinos, y a Cádiz, con un Falla bañado por el mar. Los Pelendengues vestidos de Don Quijote, arrancan lentitos… «La Mancha, La Mancha, cuidado que mancha…», muy de musical, de subvención de la Junta de Comunidades. Ojeras pintadas y con mucho de natural por el viaje y las horas de ensayo. Algo esconden, se nota y no sólo por esos bultos que ocultan varias brillantes telas.

«Hay mucha gente que piensa, y que se quedan tan anchos, que mi tierra que es La Mancha, son sólo Quijote y Sancho. Y yo quiero demostrarle, a aquellos que ahora me escuchan, La Mancha no es sólo eso, ¡que no!… que manchas tenemos muchas»… Fuera los trajes de Don Quijote, la presentación se anima. Ahora, en camisa, repletas de manchas, por su puesto. Se descubre el verdadero tipo de la agrupación. Explican nuestros clases de manchas, incluidas las que arruinan una buena faena (y enseñan unos calzoncillos con su buen palomino). «No hay manchas de chapapote, porque no tenemos playa, pero como en todos sitios, sí que tenemos algún canalla». Y se presentan: «me llaman Yonimelavo, soy primo del Harry el Sucio». Se refieren a la igualdad y nos cuentan que la Mari les va a presentar a una amiga para ver si hacen «buenas migas». Fuera las telas y ahí está esa amiga: una lavadora. Se quejan de que es un chisme difícil de manejar y que no se aclaran con las instrucciones. «No me negarán todos los presentes, que poquitos saben dónde se pone el detergente. Y lo estoy pensando, como soy manchego, que no voy tan mal, tampoco es ‘pa’ tanto, pues así me quedo». Primeros aplausos y venga ese tambor.

Teatrillo de presentación de los pasodobles. Ángel, el director, explica el prelavado. Allá van, suenan los pitos y arranca el 3×4, muy suave, muy bonito, muy Pelendengue. Se ha cumplido el sueño, «una noche de febrero», allí están, chirigoteros puros, de La Mancha en el Carnaval de Cádiz, «embriagados por sus ninfas, por su público bendito». Cantan que, como a tantos soñadores, por tener una ilusión se les ve como a bichos raros, pero ellos lo tienen claro: «y desde el suelo que piso, puedo decir, con su permiso, que sin morir ya he conocido el paraíso». Se sienten ganadores porque su sueño se ha cumplido, «porque pase lo que pase aquí esta noche, ‘pa’ lo bueno, ‘pa’ lo malo, nosotros ya hemos ganado». Aplausos. Ha gustado mucho el pasodoble de Nasser, autor de la chirigota. Se meten al público en el bolsillo con este homenaje al Carnaval y lo que representa participar en él.

Ahora el centrifugado y el segundo pasodoble. «Cada vez que miro atrás»: nos vamos a La Mancha, éste va del agua. Los cauces secos, la falta de suministro, «la sufrimos los manchegos, no la sufren los ministros». Se quejan de que el agua de los regantes «la vemos pasar para levante» y que nos llamen insolidarios, cuando llevamos treinta años de trasvase, «de cortes y restricciones». Un pueblo que pide soluciones «porque está hasta los cojones». Recriminan a los del norte que, a pesar de que «les llega el agua al cuello», no regalan ni una gota, y «que La Mancha se levante con firmeza, y orgullosa saque pecho, para defender sus derechos».

El tema no llega a conectar con el público del teatro como el primero, pero a buen seguro que a los manchegos que siguen la retransmisión por Internet, o en las discotecas de Herencia que están proyectando la actuación, les ha llegado bien adentro. Muy presente siempre el tema del agua y del campo en las coplas de Los Pelendengues. Un primer pasodoble muy carnavalero y otro reivindicativo, de nuestra tierra. Se esperaba algo así, y también para eso han ido, y ahí están, el Carnaval y La Mancha más unidos que nunca.

Comienza la tanda de cuplés. El primero le cae a Marichalar y su afición por la «Coca-cola». Acaban yendo de safari a Kenia, «la parejita, como recuerdo, compró una cebra, y antes de llegar a España no tenía rallas ya la colega». Parece que no gusta mucho, pero sí el estribillo: «este detergente, es fenomenal, lava sin igual, la suciedad se quita sola… ¡Mari, chocho… cómo se pone la lavadora!». El segundo cuplé: regalo para algunos foros de ambiente carnavalero que los han menospreciado por ser de fuera. Incorporan la rueda de la lavadora y la puerta a la música. Les contestan en su mismo idioma «que yo no he ‘venío’ a Cai a hacer el nota, ni ‘pa’ pegar ningún pelotazo, que sólo el poder cantar, en este lugar, ‘pa’ nosotros ya es un ‘bastinazo’. Si no voy ‘afinaíto’, ustedes perdonen, serán los nervios de concursar por primera vez. No seas ‘malaje y sieso’ que yo no vengo, como otros muchos, por el ‘parné’. No meternos tanta caña, ni que viniéramos de Jerez». ¡Ahora sí!… toma eso. «¡Mari, chocho… cómo se pone la lavadora!». El público corea el estribillo y aplaude a rabiar. Y ese mismo idioma: «peaso» de cuplé, señores.

Ya le dan caña al Popurrí. Cachuli protagoniza el comienzo y echa de más de menos a la criada que a la Pantoja. Y esos hombres que no saben poner la lavadora: «la Mari, recuerdo, que antes ponía el suavizante, después apretaba aquí en alguna parte». Se esfuerzan, «no sé ‘ponela'», pero no son capaces, «de qué me vale, tener detergente, mirarla de lado, mirarla de frente. De qué me valen las instrucciones si no la entiendo, por más que lo intento, de qué me vale mover la ruleta, estoy de los nervios, estoy majareta. De qué me vale limpiar hasta el filtro, si no la entiendo, de qué me vale…». Tocan el famoso tema de Decai «Ella y yo, no acabo de cogerle el truquillo, no sé la razón», meten un jersey «cien por cien algodón y delicado» en la lavadora, prelavan, aclaran y centrifugan, y sale la prenda de tamaño playmobil. «Qué sólo tengo ojitos ‘pa’ ti» le cantan al electrodoméstico, «que te he ‘comprao’ hasta el Calgonit». Y ahí va otro homenaje al Carnaval: suenan las notas del mítico tanguillo «Aquellos duros antiguos» que cantara el coro «Los Anticuarios» del Tío de la Tiza en el año 1.905. Explican la evolución del lavado, desde el jabón Lagarto hasta las primeras lavadoras que andaban solas. «Con tanto traqueteo, qué ‘gustirrín’, si encima de una de éstas, me hicieron a mí». Se animan con el «Queremos marcha» de Rosario Flores: «manchas, manchas, mira qué manchas…». Y al son de «pim, pam fuera, que la camisa queda como nueva» se despelotan, algo a lo que le están acogiendo afición. Se quedan en calzoncillos (preciosos) y en camiseta de tirantes, con el logo del detergente, «Mágico», más que seguramente referido al gran futbolista salvadoreño Mágico González, icono del cadismo. Continúan cantando muy al estilo del Selu y sus Titis de Cai del año 1.994, ahora las cualidades del detergente: «Mágico tris-trás… y al ‘carajo’ la suciedad» y enganchan con «Me han dicho que el amarillo» de Manolito Santander y su Familia Pepperoni de 1.998, que con tan buen gusto fue homenajeado el año pasado en la final por el coro La Orquesta Cádiz: «me han dicho que está camisa, está mal vista ‘pa’ los cadistas» y muestran una camiseta del Xerez Deportivo. La meten en la lavadora y echan ‘Mágico’ «y así gracias al efecto del detergente… ¿cómo sale? ¡Maravilla!… amarilla resplandeciente», y la que sacan es del Cádiz Club de Fútbol. Y cómo gusta el detalle, ovación y gritos. Se acerca el final, suena lentito:

Con la ilusión de haber cumplido mi gran sueño,
hoy me despido no como una noche más,
que ese veneno que llevo dentro
por el que muero y que se llama Carnaval
me trajo aquí para ser parte de su engaño,
que por febrero resucita año tras año,
es la locura disfrazada de alegría
que por unos pocos días
me hace sentir especial.
Con la ilusión de haber cumplido este gran sueño,
hoy que me siento tan sencillo y tan pequeño,
quiero pedirles de rodillas, suplicando,
no me despierten aún…
¡déjenme seguir soñando!

Concluyen su actuación de rodillas, con los brazos en alto, y arropados por los aplausos del público mientras baja el telón»

 

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