La Semana Santa de Herencia a comienzos del Siglo XX

La Semana Santa de Herencia a comienzos del Siglo XX

cristo-de-la-misericordiaLa Semana Santa de Herencia, en los primeros años del siglo XX, constaba de diversos actos litúrgicos y procesionales, al igual que sucede en la actualidad, aunque estos se desarrollaban de forma distinta. En estas líneas vamos a intentar recuperar parte de la historia de la Semana Santa de la localidad, recordando cómo se llevaban a cabo las fiestas hace cien años, así como algunos sucesos destacados de dichos momentos.

En los primeros años del siglo, la Semana Santa herenciana vivió una importante revitalización, gracias a la labor del cura vicario de la parroquia, Don Pedro Antonio Serrano, que consiguió reorganizar a base de esfuerzos y sacrificio la numerosa cofradía de Jesús.

Los cultos se realizaban a lo largo de la semana con gran solemnidad y asistencia de fieles, de forma simultánea y coordinada en los dos templos más importantes de la localidad: la Iglesia parroquial de la Inmaculada Concepción y el Convento de los Padres Mercedarios. En ambos edificios se instalaban unos adornados y cuidados monumentos en los que se exponía el Santísimo Sacramento que era devotamente adornado por los fieles de la localidad, desde las diez de la mañana del Jueves Santo hasta las once de la noche, momento en que se cerraban las dos iglesias, que volvían abrir sus puertas a las cuatro de la madrugada del día siguiente, continuando las visitas hasta la terminación de los Oficios de dicho día. Durante todo este tiempo, parejas de hombres y mujeres, se encargaban de custodiarlo, formando turnos de adoración que se relevaban cada hora, estando formado el primer relevo por las autoridades locales. El momento en que ese producía la mayor asistencia era la noche del Jueves Santo, cuando una auténtica muchedumbre visitaba los sagrarios, con gran orden y devoción, pasando por allí prácticamente toda la población. Durante su visita los devotos recorrían las estaciones marcadas a lo largo del templo con una armonía digna de admiración [El Pueblo Manchego, 9 de abril de 1912 y 25 de abril de 1916].

Los Santos Oficios se celebraban asimismo en las dos iglesias durante el Jueves, Viernes y Sábado Santo, contando los celebrados en la parroquia con la asistencia de los miembros del Ayuntamiento y las Autoridades Locales.

Los sermones empezaban con anterioridad, siendo el primero el de Dolores, que se celebraban en su propio día, el viernes anterior al Domingo de Ramos, continuando con el del Mandato en la tarde del Jueves Santo, y finalizando con los de la Pasión y el de la Soledad o de las Siete Palabras, en la madrugada y tarde del Viernes Santo, respectivamente.

monumento-del-jueves-santo-en-el-convento-de-la-mercedEstos sermones solían ser predicados por los propios sacerdotes de la iglesia, como ocurrió en el año 1915, en el que el párroco, licenciado D. Patrocinio Gómez, se encargó de los de Dolores, Mandato y Siete Palabras, mientras que el coadjutor, D. Carlos Álvarez, lo hizo con el de la Pasión, en que realizó un bello relato de la Pasión y Muerte de Jesús [El Pueblo Manchego, 10 de abril de 1915].

Los cultos celebrados en la Iglesia parroquial durante la Semana Santa incluían otras actividades destacadas, entre las cuales estaban el acto del Lavatorio en la tarde del Jueves Santo, los misereres entonados en la noche del mismo día, mientras que en la madrugada del Viernes se llevaba a cabo la publicación de la Sentencia de Jesús y el canto del coro de los Ángeles. El canto del Salmo Miserere era uno de los actos que más atraía a los habitantes de la localidad y para permitir que los fieles que lo desearan pudieran escuchar tanto el que se cantaba en la parroquia como en el Convento de los Mercedarios, se celebraba en la primera a las nueve de la noche, mientras que en el segundo se oficiaba una hora más tarde, en un claro ejemplo de coordinación entre ambos.

Pero los actos no se limitaban a los dos templos más importantes de la localidad, pues en la ermita de la Asunción, en la que se veneraba la imagen de Jesús con la cruz a cuestas, también se visitaba su Sagrario y se cantaba el miserere en la noche del Jueves Santo. Asimismo eran muy visitadas las ermitas del Santo Cristo de la Misericordia y la de San Bartolomé, en la que se encontraban varias imágenes que representaban diversos pasos de la Pasión [El Pueblo Manchego, 11 de abril de 1917].

Las procesiones que tenían lugar durante la Semana Santa comenzaban en la tarde del jueves con la  conocida como “La Pasionaria” o “Jesús Nazareno”. El Viernes Santo era el día más activo, con tres procesiones, comenzando por la mañana con la del “Encuentro”, continuando por la tarde con la de la Soledad”, en la que desfilaba la imagen de Jesús clavado en la Cruz, para finalizar con la del “Santo Entierro”, que se desarrollaba a lo largo de la noche, siendo la más emotiva y a la que acudían especialmente los vecinos de la población.

La última procesión tenía lugar en la madrugada del domingo y era la de “Resurrección”. Ese mismo día se celebraban en la Parroquia y en el Convento una solemne función, y por la tarde concluían las fiestas con unos devotos ejercicios dedicados a los Sagrados Corazones y a Nuestra Santísima Madre de las Mercedes, respectivamente [El Pueblo Manchego, 9 de abril de 1912, 10 de abril de 1915 y 11 de abril de 1917].

En estos años algunos sucesos fortuitos alteraron las fiestas, como ocurrió en la parroquia el Jueves Santo, 4 de abril de 1912, cuando a las diez de la noche durante la predicación del párroco, con el templo abarrotado de fieles, cayó la pavesa de un vela en la colgadura que formaba la gradería del monumento, comenzando ésta a arder. La rápida actuación del organista D. Julián García, que sin vacilación subió precipitadamente cinco de las gradas, evitó la tragedia, mientras que el sacerdote calmaba a los fieles que, al grito de ¡fuego!, intentaban salir precipitadamente a la calle. El resto de problemas se limitaron a las condiciones atmosféricas, como ocurrió en el año 1915, cuando tuvieron que suspender las rocesiones del Jueves Santo y de la mañana del Viernes, mientras que la Soledad y el Santo Entierro resultaron muy deslucidas, volviéndose a repetir al año siguiente [El Pueblo Manchego, 8 de abril de 1912, 10 de abril de 1915 y 25 de abril de 1916].

Como hemos podido ver, las fiestas de Semana Santa de hace un siglo no eran muy distintas a las actuales, habiendo sufrido la evolución propia del tiempo, aunque a pesar de ello se siguen manteniendo algunas tradiciones, como las celebraciones compartidas entre los dos templos de la localidad, los sermones del Mandato y el Lavatorio del Jueves Santo y los Santos Oficios del Viernes, oficiados en la Parroquia, y las procesiones del Santo Entierro y el Resucitado, entre otras. Lo que tampoco ha cambiado es el entusiasmo y la fe con la que los herencianos participan en la Semana Santa.


Concepción Moya García
Carlos Fernández-Pacheco Sánchez-Gil

Vía: Libro-guia de la Semana Santa de Herencia 2009. Imágenes extraídas del libro-guía de Semana Santa 2009, del artículo en cuestión.

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