Entrevista a Enrique Rodríguez de Tembleque Saiz-Calderón

Entrevista a Enrique Rodríguez de Tembleque Saiz-Calderón

Entrevista a Enrique Rodríguez de Tembleque Saiz-Calderón 3A continuación reproducimos la entrevista a Enrique Rodríguez de Tembleque realizada por José Angel Fdez-Caballero y Claro Manuel Fdez-Caballero para El Rondadías número 19 de agosto de 2010

“Necesito sentirme rodeado de mi gente y de mi tierra”

Son las doce de la mañana de un soleado día de domingo cuando llegamos hasta la casa de Enrique Rodríguez. Una impresionante puerta modernista se abre delante de nosotros anticipándonos que estamos a punto de entrar en un lugar casi mágico. Pasamos hasta el taller de restauración donde diferentes pasos de semana santa, retablos, cuadros y esculturas reposan pacientemente a la espera de que unas manos maestras le devuelvan su luz, color y estado original. Apasionado de Dalí, Enrique es de esas grandes personas que han tenido la suerte de poder llorar de la emoción ante una obra de arte, algo que se reserva a muy pocos afortunados que saben valorar lo realmente importante de la vida. Amigo de sus amigos, lo que más quiere es a su pueblo, a su gente y a su familia. Colaborador en diferentes medios de comunicación, investigador y autor de distintas guías turísticas de Herencia, asesor técnico de certámenes y jurados, y socio fundador de la asociación cultural Al Ma-Ancha, este licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, pintor y fotógrafo, además de maestro de pintura, tiene claro que su verdadera pasión era la restauración y  por ello se especializó en dicha rama y creó su propio taller cuyas puertas nos abre ahora para El Rondadías.

¿Qué dijeron en tu casa cuando dijiste que querías ser restaurador?

Dije que quería estudiar  Bellas Artes, y lo primero que pensaron mis padres es que sería mejor que estudiase una carrera reconocida o con salidas, y que  el estudio de las artes fuera un complemento en mi vida. Todavía hoy asusta a muchos padres  pensar que lo que parece un hobby se convierta en el trabajo de su hijo, y en la época en la que yo empecé mas, además no existía ningún antecedente en mi familia. Mis padres entonces intentaron hacerme reflexionar y que me lo pensara mejor. Luego una vez fueron viendo los resultados de la carrera, poco a poco se fueron tranquilizando, en el inicio era un poco más complicado, pero lo asimilaron rápidamente.

En cuanto a la idea de ser restaurador se puede decir que me viene o me ronda desde pequeño, porque yo desde niño siempre he estado con mi madre limpiando o arreglando algún mueble de mis abuelos para poderlos volver a utilizar, y de ahí mi pasión por restaurar. Si a eso le sumamos que a mi me gusta también pintar y el arte, la cosa fue poco a poco cambiando de restaurar muebles a restaurar obras de arte, y mi ilusión era aprender a restaurar obras de arte. Este fue el motivo por el que quise estudiar Bellas Artes con el fin de especializarme en la rama de restauración..

¿Cómo recuerdas tu paso por la facultad donde tuviste a profesores como Cristina García Rodero o Agustín Úbeda?

Fue gozoso, a mi  me encantó, aprendes a valorar a ciertas personas, y a valorar como son los grandes. Cristina García Rodero, una de las grandes de la fotografía o Agustín Úbeda, uno de los grandes de la pintura, sin embargo en el trato del tú a tú, a la hora de enseñar a sus alumnos, es gente mucho más cercana que otros profesores que no tenían gran renombre, no había nada que los convenciese, mientras que los consagrados de cualquier cosa que hicieras sabían sacar mucho potencial, así aunque una obra fuera un gran fracaso siempre le sacaban algún pequeño triunfo el cual convertían en un valor grande que te hacía seguir creciendo y aprendiendo. Ahí ya te das cuenta, y bueno a lo largo de la vida luego lo ves, como la gente buena y la que menos presume son las que más valoran las cosas.

¿Cómo es dar clases con un pintor herenciano que se ha convertido en un referente?

Agustín Úbeda no supo de mi existencia en la universidad hasta que yo había terminado la carrera y empecé  el doctorado. Porque aunque al principio cuando yo dije en mi casa que quería estudiar Bellas Artes, mi padre llamó a Agustín Úbeda para pedirle consejo el cual le contestó: “Coge su Herencia, dásela y que se vaya a París, y que la vida le enseñe a pintar”, respuesta que por cierto a mi padre le intranquilizó bastante. Luego a mí me tocó, luchar contra las palabras que le dijo a mi padre. Durante todos los años de carrera yo no le dije nada a Agustín Úbeda. Cuando acabé, y haciendo el doctorado si que me di a conocer a él de una forma indirecta. De todas maneras si que en cierta forma te reflejas un poco en él, porque ves como una persona del pueblo, que ha salido de Herencia, como tú lo haces ahora, ha podido triunfar y ser reconocido en el mundo del arte.

Has dicho que te dejaste reconocer por Agustín Úbeda de una forma indirecta, ¿cómo fue eso?

Pues durante uno de las clases del doctorado Agustín Úbeda nos mandó hacer un trabajo donde reflejáramos nuestro museo ideal en base a 10 cuadros de la historia del arte que más nos hubiesen marcado. Pues bien, dentro de esos cuadros yo puse uno que en mi vida ha sido fundamental y que no es otro que el cuadro de la Inmaculada de la iglesia de Herencia de Zacarías González Velásquez. Ese es un cuadro que para mí ha sido muy fundamental en mi vida, pues siempre que iba a misa desde pequeño me abstraía contemplándolo. Al revisar los trabajos, me llamó y me preguntó de qué conocía ese cuadro, y de esta forma supo que yo era de Herencia y poco a poco le fui cogiendo cariño a su persona y a sus clases, donde más que enseñarnos a pintar nos hablaba de las experiencias de su vida que era una forma entretenidísima de aprender. He contado muchas veces la anécdota que a mi me marcó mucho y que nos contó Agustín sobre la diferencia entre arte y artesanía, así, si tu a un artesano le pides que te haga un cerrojo te lo va a hacer buenísimo con un hierro que no se rompe jamás y que abre y que cierra perfectamente, pero si se lo pides a un artista, te hará un cerrojo precioso, pero que posiblemente ni abra ni cierre. Es la gran diferencia, para el artesano la única función es que sea útil, y para el artista, la única función es que sea precioso.

¿Quiere eso decir, que los artesanos son indispensables, mientras que de los artistas podemos prescindir?

No podemos, porque en el fondo se necesitan. La belleza y la cultura se necesitan. Solo lo tienes que ver aquí en Herencia, como en los dos últimos años hemos tenido dos momentos en el que el pueblo se ha agitado. Uno cuando se encontraron unos restos arqueológicos a causa de las obras de la tubería manchega y aquello se convirtió en que toda Herencia fuera pasando por allí y lo comentara. El que no se convoque a nadie y que sin embargo todo el pueblo pase por ahí, eso quiere decir que hay un algo. La cultura es algo que se necesita, la gente lo busca. O ahora recientemente las pinturas murales que se han descubierto en la iglesia. También son una cosa muy pequeña, muy discreta pero que todo el mundo lo está yendo a ver. Es decir, el arte se necesita, la cultura y la historia son necesarias., y por supuesto también la artesanía se necesita.

Pero, ¿cualquier cosa puede ser arte?

No, para mi no. Cada uno tendrá su concepto, pero para mi, que algo sea arte me tiene que emocionar. Una cosa es pintar y otra cosa es hacer arte.

¿Y en esto del arte no hay mucho marketing?

Sin duda muchas cosas se han convertido en un negocio y hay que saber venderlas. Puede haber grandes artistas y grandes obras totalmente desconocidas y otros artistas más mediocres que con una buena campaña, han alcanzado cierta repercusión. Pero te digo una cosa, se engaña el presente, pero no el futuro. O sea, lo que a lo largo de los siglos va logrando sobrevivir eso es lo que al final era lo bueno. El tiempo va cribando lo bueno y lo malo.

¿Cómo fueron tus inicios como restaurador en un pequeño pueblo de La Mancha?

Cuando yo terminé los estudios me di cuenta, que Madrid estaba saturado de todo, sin embargo yo no sabía muy bien que hacer, si trabajar en un museo, en una fundación o en otro sitio. Entonces mi padre me dio el siguiente consejo: “Hay veces que es preferible ser la cabeza de un ratón a ser la cola de un león”. Me hizo ver que Madrid era muy vistoso, muy atrayente, pero era un lugar donde empezar de cero era muy difícil, sin embargo empezando en un pueblo poco a poco podías ser el pionero en algo, conseguir un nombre y ser alguien.

¿Y crees que has conseguido ser alguien?

No se si he conseguido ser alguien. He conseguido llevar una vida que me gusta, que creo que eso ya es ser alguien, por lo menos para mi, para los demás no lo sé. He conseguido llevar una vida relajada, sin grandes pretensiones, pero lo suficiente para tener la cabeza tranquila, tener mis amigos, tener mi vida. Eso a mi me relaja mucho. Me he dado cuenta que con el tiempo necesito cada vez más tranquilidad, necesito sentirme rodeado de mi gente y de mi tierra. Luego, también es verdad que Madrid lo tenemos aquí al lado, y todas las inquietudes que tengo de ver un museo o de ver algo, enseguida estoy en Madrid. Entonces necesito vivir en Herencia, pero también necesito Madrid, porque me aporta toda la parte que no me da Herencia y además lo tenemos aquí al lado.

A pesar de que te comparas con la cabeza de un ratón sabemos que tu repercusión y obra ha cruzado, no solo las fronteras comarcales o nacionales, sino incluso las  internacionales.

Si, la verdad es que la vida es imprevisible y muy curiosa. Empiezas aquí en Herencia poquito a poco y de buenas a primeras recibes una llamada de Perú, que te preguntan  ¿Usted se compromete a hacer una obra de arte que se convierta en el icono de nuestra Hermandad?. A lo que tu respondes que si. Entonces esta Hermandad peruana que lo que quería era crear una imagen universal a partir de la obra que yo policromara en Herencia para luego repartirla mediante replicas, estampas, cuadros, etc., por sus casas repartidas en el mundo.

El año pasado estando de vacaciones en Perú, al sacar una entrada para un museo, me sorprendió ver que la taquillera, tenía una estampa con la imagen que yo había creado.

¿Cuándo tu restauras o creas una imagen que sabes que detrás de ella está la fe y devoción de mucha gente, actúas de forma diferente?

Pues cuando entra aquí una obra no es ni más ni menos que otra. Todos los trabajos tienen que ser iguales  y tratarlos por igual. Ya, ¿pero que se siente cuando un pueblo como Herencia te confía para restaurar a su Virgen de las Mercedes, San José o Cristo de la Misericordia? Pues es impresionante y da mucho gusto, la verdad. Es el sueño de mucha gente, que esa imagen pudiese estar en su casa un par de meses. Pero también es una responsabilidad, porque tienes que cuidarla, mimarla, es en definitiva un peso grande, pero chicos, es algo gozoso, sobre todo cuando son imágenes que has querido y gozado, y que las tienes en tu corazón.

En Herencia has restaurado mucha parte del patrimonio artístico, sobre todo religioso, ¿te queda algo?

Por supuesto quedan muchas cosas, como las pinturas recientemente aparecidas en la iglesia, las pinturas de la Labradora, o sobre todo el Lucas Jordán que me apasionaría tanto por la firma, como porque me siento un poco responsable de que ese cuadro vuelva a estar colgado aquí en Herencia.

Háblanos de esa historia.

El museo diocesano hace años restauró el cuadro de Lucas Jordán a cambio de que durante cinco años estuviera expuesto en su museo, para que todo el mundo pudiera disfrutar del mismo. En esos cinco años pasaron por Herencia tres párrocos distintos, y el tercero, ese acuerdo de cesión ya lo desconocía. Así, fueron pasando los años sin que nadie recordara ese cuadro o que insistiera sobre su paradero. Sin embargo, a mi como me gustaba mucho empecé a remover la cosa y a preguntar por él y por otro de San Juan Evangelista que también se encontraba en depósito en el Museo Diocesano, hasta que finalmente conseguí que el párroco de la localidad me diera permiso para que me informara sobre la situación en la que se encontraban y realizara las gestiones para volverlos a traer a nuestro pueblo. Y así se hizo hasta que finalmente tuve la autorización para ir a por ellos y trasladarlos con un camión que una empresa de la localidad cedió para tal fin.

En cuanto a las imágenes de Herencia que me gustaría restaurar la imagen de la Encarnación,  me parece preciosa y antiquísima.

También decidiste en un momento dedicarte a la docencia y eres el monitor de pintura de la Universidad Popular. ¿Te aporta o te quita dedicarte a enseñar pintura?

Me aporta mucho. Lo que en un principio me daba mucho miedo, porque  acababa de terminar la carrera y aquí la gente llevaba muchos años aprendiendo con Jesús Madero, y luego dos años más con José Higueras, siempre te asaltan las dudas.

Entonces lo que en un principio fue un miedo grande, luego enseguida va cambiando. Siempre cuando alguien viene a mis clases a hacer una visita y en broma les dice a los participantes que tienen un muy buen profesor yo le contesto que lo que tengo son muy buenos alumnos que me enseñan mucho. Yo aprendo de cada uno de ellos cosas y luego eso que aprendo se lo transmito a otros.

¿No te has planteado, como tú puedes influir en tus alumnos, en  la forma de ver el arte?

Aunque tu tienes que intentar ser imparcial, las nociones de cómo uno tiene que pintar, son igual que las de enseñar a escribir. Luego a uno les gustará escribir cuentos a otros poesía  o narrativa, lo que sea, mejor o peor, cada uno lo hará como quiera. Yo he tenido alumnos que ahora han estudiado Bellas Artes,  en esa persona quieras o no sin duda has influido aunque simplemente sea creando inquietudes artísticas.

¿Y en cuanto al patrimonio de Herencia? ¿Qué piensas de él? ¿Crees que debería existir un museo con los cuadros del concurso Villa de Herencia?

Para mi Herencia tiene mucho valor artístico e histórico a pesar de que hemos dejado que se destruyan y se pierdan muchas, cosas como por ejemplo las pinturas rupestres de “La Rendija”, en una generación y media prácticamente las hemos hecho desaparecer por completo. Hemos visto como se han tirado casas impresionantes, sin que nadie se queje o haga el menor ruido. Fachadas monumentales derribadas, restos arqueológicos tapados. Nunca hemos valorado lo que hemos tenido. Ahora, creo que es cuando empezamos a valorarlo. Las ermitas y hermandades empiezan a cuidar sus cosas, la gente se preocupa más por su patrimonio, sin embargo se necesita mucho más. Herencia podría tener su propio pequeño museo religioso. Ahora por ejemplo, la iglesia va a hacer una exposición donde se va a rescatar y poner en valor multitud de utensilios religiosos que a día de hoy están en desuso pero que forman parte de nuestra historia y tienen un importante valor artístico.

En cuanto a lo que preguntabais sobre los cuadros del “Villa de Herencia”, pues opino que Herencia está haciendo una inversión muy importante en arte contemporáneo, sin embargo nadie en el pueblo diría que existe una colección de este tipo de arte. La gente no valora eso, ve que hay cuadros por el ayuntamiento, pero no lo valora, quizás porque no hay un sitio céntrico donde puedan contemplarse correctamente.

Culturalmente falta mucho por hacer, pero si que es verdad que se hace mucho. La Universidad Popular es un empujón inmenso a lo que es la cultura popular en la que todo el mundo puede participar, desde pintar, crear, restaurar, profundizar en la historia de Herencia, y en multitud de cosas. Sin embargo hace falta enseñar a la gente su propio pueblo, descubrir Herencia, estamos tan cansados de verlo, que no lo conocemos, porque lo vemos tanto, que no nos fijamos, miramos pero no vemos, y a los herencianos  habría que enseñarles a ver su propio pueblo, haciendo visitas guiadas, aunque simplemente sea por calles. Y luego creo que también se debería apostar por hacer más visitas culturales, Madrid lo tenemos al lado con macro-exposiciones impresionantes. Se hacen viajes culturales, pero yo creo que habría que hacer todavía más.

Los herencianos no nos acabamos de querer del todo y creemos que lo que viene de fuera es mucho mejor.

¿Merece la pena ser herenciano?

Para mi si, y mucho, igual porque es mi pueblo y me encanta y además lo necesito, tengo que estar aquí. Desde aquí yo proyecto, viajo, hago lo que sea, pero tengo que volver y estar aquí.

¿Cuál es tu artista favorito?

Desde siempre siento algo especial por Dalí. Recuerdo cuando era pequeño y estaba en primero o segundo de E.G.B,  me daba clase “la señorita Dominga”, uno de los pilares de mi educación, y siempre nos dejaba momentos para dibujar libremente. En una ocasión yo hice unos relojes blandos, sin saber muy bien porqué, supongo que lo habría visto antes, la señorita Dominga al verlo le dio mucho valor y se lo enseñó a toda la clase poniéndolo en un lugar preferente. Después ella me enseñó que esa obra la había pintado Dalí y me explicó quien era.

Para mi Dalí ha sido un genio cercano, pero que por las fotografías, imágenes y telediarios, era un genio que sabía como se movía que hacía o dejaba de hacer y entonces me ha llegado. Además de conocer su obra he conocido su vida.

¿Está bien visto llorar o emocionarse delante de un cuadro?

Para mi no está mal visto, hay gente que le pueda llamar la atención, tanto como a mi que alguien llore porque un equipo contrario le marque un gol al suyo. Yo he llorado en el “Museo Dalí” de Figueras porque para mi fue algo muy emocionante el poder ver de repente todo lo que me había apasionado durante mi vida, te lo encuentras delante resumido en ese momento.

Un restaurador ¿tiene que crear o conservar?

Un restaurador tiene que conservar y restaurar, y tiene que  notarse lo menos posible. El mejor restaurador es el que no se conoce. Si un restaurador se conoce, entonces es porque empieza a poner su sello en las obras y eso da un poco de miedo. La mejor restauración es la que no se nota que se ha hecho y el mejor restaurador es el que pasa desapercibido.

Hombre siempre tiene que haber un equilibrio entre la parte histórica y la restauración. Por ejemplo, en mi caso si a una imagen de devoción le falta un brazo y un trozo de cara, rezar ante esa imagen es complicado. Eso si, hay que hacerlo de tal manera que quede constancia de lo que está y no esta restaurado, todo lo que haga el restaurador tiene que ser retornable, se ha de poder quitar y devolver la obra a su estado original antes de intervenir en ella, pero la imagen religiosa ha de seguir manteniendo su función de culto religioso.

También pintas y creas. ¿Veremos algún cuadro tuyo en el Villa de Herencia de este año?

Yo creo que no, lo primero porque no me da tiempo y lo segundo porque cada vez pinto menos, ya que me paso durante ocho meses al año dando clases de pintura, por la mañana estoy siempre entre las pinturas, colores, etc.. de mi taller de restauración,  cuando tengo tiempo libre no me apetece volver a coger un pincel. Ahora solo pinto cuando un cuadro me pide que lo pinte, y hasta que no siento eso, estoy tranquilo. Ahora no soy yo el que busca el cuadro sino que espero que el cuadro me busque a mí.

Y si te presentaras a un concurso y compitieras con algunos de tus alumnos, ¿cómo te sentirías?

Pues bien, e incluso si me ganase mejor, porque eso quería decir que él ha hecho bien su trabajo y que yo anteriormente también hice bien el mío. Yo siempre animo a mis alumnos a que pinten y se presenten a concursos.

Merece la pena intentar vivir del arte

Hombre, para mi si, porque es mi pasión.

¿Qué mensajes le darías a los que quieren empezar a vivir del arte?

Yo les diría que trabajen muchísimo, incluso mucho más de lo que te exijan en la carrera, trabaja duro e investiga,  no seas un pintor más, sé el mejor.

¿El arte se puede improvisar?

Por supuesto que si. Si lo meditas todo demasiado, acabas siempre haciendo lo mismo, por miedo, o porque viste que algo te funcionó bien y entonces no quieres experimentar. De esta manera, improvisando se pueden llegar a resultados muy importantes. Eso si, luego esa improvisación hay que digerirla y sacarle partido.

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