Reflexiones Carnavaleras

Reflexiones Carnavaleras

Estimados amig@s, amantes del Carnaval.

Me gusta leer con asiduidad los comentarios de los herencianos, en los diferentes foros, en las fechas previas y posteriores de nuestras fiestas. Y lo que más destaco de todas las intervenciones es la pasión y orgullo con que se manifiestan todos los que escriben. A todo esto hay que unir el espíritu que se vive en el pueblo en todos esos momentos.

Desde mi experiencia (que viejo parezco) esto es una situación que siempre ha caracterizado a nuestro pueblo, y los dimes y diretes de unos y otros son el caldo de cultivo habitual de las autocríticas que todos hacemos a diferentes aspectos de nuestro Carnaval, y que muchas veces provocan situaciones límites.

Aunque como dice una gran amigo, “no es por criticar, sino por referir”.

Haciendo un ligero esfuerzo de memoria podría hacer un listado de decenas de estos hechos que han marcado el desarrollo de nuestro carnaval en el último cuarto de siglo, pero me centraré sólo en los más recientes. Ya es habitual que no exista unanimidad en la aceptación del Cartel Anunciador, que no se admita el Acta del Jurado de los diferentes premios –ya sea en el Ofertorio o los concursos nocturnos de disfraces-, que no estemos conformes con los elegidos en los Perlés de Honor…; pero a veces la normalidad de todos estos hechos rompe la línea fina que separa la típica muestra de nuestras opiniones y desacuerdos para convertirse en malas artes que no pueden tener cabida en el Carnaval de Herencia.

Y lo digo yo que he estado en ambos sitios de esa delgada línea. Yo, quizá por la exaltación de los años jóvenes, me he envuelto en multitud de disputas contra otras peñas (¡ay! Cuantas discusiones con el Pitorro, el Clan Familiar, Piuí, la Simpatía, Axonxou,… por un premio u otro), me han acusado de tongo, he visto llorar a críos porque los de otras peñas les han quitado la ilusión de un premio, y muchos más desaciertos de unos y otros… incluso me consta que hay familias vecinas que han dejado de hablarse por quítame una noche un premio en el Palacio del Carnaval.

Por esto, el Carnaval está en constante evolución intentando poner las bases para que situaciones de estas no se produzcan. Se buscan jurados que supuestamente están preparados, se da forma a la Comisión de Carnaval para que marque las pautas en todos los concursos y nombramientos, pero aún así parece ser que lo normal es que surjan incidencias.

La verdad, es que muchos de los problemas aparecen porque a muchos de nosotros nos gusta criticar pero ponemos poco de nuestra parte. Yo, he sido invitado en muchas ocasiones a las reuniones donde se dictamina sobre los carteles o los perlés, pero nunca he ido. Pero como yo, los hay muchos. Y después de que se toma una decisión, nos falta tiempo para criticarla…

Y aunque estar en desacuerdo con los dictámenes a veces forma parte del “morbo precarnavalero” creo que a veces el cariz que toma la situación rompe la naturaleza festiva que debería estar presente en todo lo referente a los asuntos carnavaleros. En concreto, este año está ocurriendo una afrenta inmensa ante alguno de los premiados con los Perlés de Honor.

Podremos tener nuestra opinión (yo incluso he criticado este año la resolución de la comisión), podremos buscar para hallar la fórmula que nos haga estar más de acuerdo con el sistema de elección de los nominados, DEBEMOS participar directamente en los procesos selectivos, por supuesto podemos seguir criticando pues la libertad es una de los caracteres intrínsecos de Carnaval, pero lo que no es aceptable de ninguna manera es valernos de la AMENAZA y de la COACCIÓN ante los que creemos injustamente valorados.

Si aspiramos a un Carnaval de Interés Nacional, estas prácticas son inadmisibles y empañan la tradición de una fiesta que se sumerge en la historia durante algunos siglos de nuestro pueblo y que ha de tener en la CONVIVENCIA uno de sus principales pilares.

Sin nada más, os deseo a todos, máscaras, prisillas, chirigoteros, murguistas, carrocistas, charangueros, ansiosos, deseosas… y a todos los amantes del Carnaval unas felices y ( a ver si es posible) cálidas Carnestolendas.

ÁNGEL MARTÍN-FONTECHA GUIJARRO

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