“… porque no estoy para tener largas pláticas en la calle,
vuesa merced me perdone;
que otro día con más comodidad
le daré cuenta de mis sucesos
que son los más nuevos y peregrinos
que vuesa merced habrá oído en todos los días de su vida”.
“Novela del casamiento engañoso”
Miguel de Cervantes
Estando en Taskent, la capital uzbeka, te enteras de la existencia de un reciente puesto fronterizo con Tayikistán que se encuentra a menos de doscientos kilómetros de la ciudad donde te encuentras. Esto cambia tus planes, pues ante la opción de regresar a Samarcanda ahora compruebas que puedes seguir directamente tu aventura desde el lugar donde te encuentras.
Por suerte, llevaste a Penélope en tu desplazamiento en autobús hasta Taskent para poder desplazarte por la urbe asiática; así que, tras concluir los trámites en los que te hallas envuelto, podrás salir rumbo a la nueva frontera.
Por mi parte, he hecho las correcciones correspondientes en la última ficha técnica para incluir tu desplazamiento hasta Taskent, aunque éste fuese en autobús.
El nombre Taskent procede del idioma turcomano y significa “ciudad de piedra”.. En el pasado, la ciudad ha tenido también los nombres de Chach, Shash y Binkent. Fue durante muchos siglos un punto de paso importante en la Ruta de la Seda, que como ya sabemos era la importante ruta comercial que unía Asia con Europa. A pesar de no tener el valor histórico de otras ciudades uzbecas, como Bujará o Samarcanda, Taskent es el principal centro económico y cultural de Uzbekistán. En ella se encuentran las principales instituciones académicas del país, así como las sedes de las empresas transnacionales con actividad en Uzbekistán.Como muestra de su carácter cosmopolita, en la ciudad se publican nueve periódicos en uzbeko, otros nueve en ruso, así como cuatro publicaciones en inglés.
Debido a la destrucción de muchos de sus edificios históricos tras la Revolución rusa de 1917 y, posteriormente, durante el devastador terremoto de 1966, se ha perdido una gran parte de la arquitectura tradicional de Taskent. Uno de los edificios más importantes que aún se conservan en la ciudad es la madraza de Kukeldash, del siglo XVI. En la actualidad, el edificio alberga una mezquita y está siendo transformado en museo. La construcción de este edificio se remonta al reinado de Abdullah Jan (1557-1598).
Durante el siglo XIX, el Gran Duque Nicolás Constantínovich de Rusia, nieto del zar Nicolás I de Rusia, fue desterrado a Taskent, donde murió y fue enterrado. Su palacio se conserva aún en el centro de la ciudad.
El edificio más emblemático del Taskent actual es la torre de televisión (Torre de Taskent), la más alta de Asia Central, que destaca por integrar elementos arquitectónicos tradicionales uzbecos. La torre recibe unos 70.000 visitantes anuales.
Perlé por el mundo. Etapa 197.
Pues desde Taskent te diriges hacia una nueva frontera.
Los incidentes se suceden, “un pinchazo en medio del desierto, de los que prueban la paciencia”, o atravesar localidades completamente a oscuras.
Pequeños enclaves se presentan en tu recorrido. Es el caso de la localidad de Toytepa, con una importante empresa de procesamiento de algodón y conocida por sus minas de extracción de flúor.
Acampas alrededor de la ciudad de Pskent, a dos jornadas de llegar a la frontera (el visado vence el próximo día 25) esperando no sufrir ningún incidente que dé al traste las previsiones establecidas.
Perlé por el mundo. Etapa 198.
Último día completo en el país uzbeko. Atraviesas la localidad de Mastchoch y llegas a tu destino de hoy en la ciudad de Bekabad, situada a los largo de ambas márgenes del río Syr Darya. La frontera está cerca y mañana pasarás al país tayiko.
Recibió el estatus de una ciudad en 1945.
Sufrió una rápida industrialización durante la era soviética. Ha conservado algo de su importancia industrial. Actualmente es muy importante su industria dependiente del acero, la producción de cemento y la Central Hidroeléctrica Farkhad situada junto a la presa del mismo nombre.
Perlé por el mundo. Etapa 199.
Hoy te despides de Uzbekistán para introducirte en Tayikistán, uno de los países con una altitud media mayor de todo el continente asiático.
En uno de los pueblos últimos uzbekos una anécdota tragicómica. Detienes tu montura para pasar a un local a adquirir fruta y al salir las gafas que siempre dejas colgadas en el manillar de Penélope no están. Búsqueda infructuosa pese al interrogatorio (“sin alterarme”) por los alrededores. Mientras tanto, un señor se te acerca y te ofrece un descanso en su casa con un té reparador que te alivie del mal trago. Además ese señor te regala unas gafas de sol suyas, el gesto es increíble. Evidentemente no son de la calidad de las tuyas pero el detalle no deja de presentártelas como un regalo del mismo cielo.
Es día 25 y hoy te concluye el visado, la parada en el pueblo con el incidente de las gafas te ha retrasado y te cuesta “ponerte las botas” y pedalear, incluso de noche, hasta llegar al puesto fronterizo. Las carreteras tienen un firme pésimo, luego el avance es costoso y peligroso.
Tu entrada al nuevo país la realizas tras una inolvidable anécdota en el puesto fronterizo. Como ya nos comentaste en crónicas anteriores, tu paso por Uzbekistán debía ser corroborado cada 72 horas en un lugar dedicado a la estancia de viajeros (un hotel o empresa similar). Sin embargo, comentarios de lugareños te informaron que esas normas se estaban flexibilizando por lo que esas imposiciones las dejaste de lado, con el consiguiente ahorro en tu economía.
Sin embargo en la frontera te das de bruces con la realidad. Lo primero que te piden es ese registro continuado por tierras uzbekas y, al no presentarlo, el momento no augura un desenlace halagüeño. Cuando confirmas que no tienes ningún documento a modo de registro que avale tu paso por el país, te avisan que el quebrantamiento de la ley es grave y que la multa puede ser importante.
Te aferras al desconocimiento de tal ley (¡¡¡mentirijilla piadosa!!!) pero el cariz de los acontecimientos empieza a ser preocupante. Así pasa mucho tiempo en el que, sentado como un malhechor esperando su sentencia, ves pasar a funcionarios de uno a otro lado sin que nadie se detenga a poner remedio a tu situación.
Finalmente se acerca un nuevo personaje que, conocedor de tu procedencia, te manifiesta que le gusta mucho la cultura española y que es seguidor de los Gyspy King. Inicias una conversación con él donde te confiesa que la canción que más te gusta de este grupo francés que canta en castellano. La respuesta es el tema “A mi manera”, versión flamenca del “My way” del gran Sinatra; así que, ni corto ni perezoso, sacas tu clarinete y amenizas las frontera con los sones de tan internacional melodía. Después de un tema otro y se une funcionarios donde ya se comparte conversación sobre el Real Madrid y el Fútbol Club Barcelona. Al final se distiende el ambiente y en un tira y afloja afectivo, después de dos horas y media, consigues que te sellen el pasaporte. Así que a las doce y media de la noche (ya día 26 de Junio, y por tanto unos minutos fuera del margen temporal que tenía tu permiso de atravesar Uzbekistán) admiten las excepcionalidad de tu presencia y puedes pasar al país vecino. Te dicen que por cada día de incumplimiento de la norma del registro deberías haber pagado 15 euros, por lo que la broma ascendería a 300 euros; menos mal que el destino y la “buena onda” ha estado de tu lado.
La República de Tayikistán es un país sin salida al mar, que cuenta con una población estimada en 8 millones de habitantes y una superficie de 144.100 km² de los cuales el 90% están cubiertos por montañas.
El territorio de Tayikistán fue anteriormente hogar de varias culturas antiguas, incluyendo la ciudad de Sarazm del Neolítico y la Edad del Bronce, y en él se ha ido estableciendo diferentes religiones como la civilización Oxus, la cultura de Andrónovo, el budismo, el cristianismo nestoriano, el zoroastrismo y el maniqueísmo. La zona ha sido gobernada por numerosos imperios y dinastías, incluyendo el reino de Kamboja (con referencias en el Mahábharata, libro sagrado de la India), del Imperio aqueménida, el Imperio sasánida, los heftalitas, los samánidas, el Imperio mongol, la dinastía timúrida y el Imperio ruso.
Como resultado de la desintegración de la Unión Soviética, Tayikistán se convirtió en una nación independiente en 1991. Una guerra civil se libró casi inmediatamente después de la independencia, que duró desde 1992 a 1997.
El alto al fuego de 1997 garantizó la estabilidad del país y evitar la incursión de islamistas afganos en territorio tayiko.
Tu reflexión al término de la jornada, acampando a menos de un kilómetro del puesto fronterizo, considerada por ti como épica:
“En las carreteras de Tayikistán. Llegado a este pequeño y montañoso país de Asia Central. Antigua república de la Unión Soviética, todavía algunas cosas están funcionando como esos tiempos aquí en esta parte del mundo. Lo mejor de hoy fue nadar en el río más limpio y hermoso de mi viaje: SyrDaria”.
El permiso en Tayikistán, que te ha costado 75 euros, te permite una estancia superior a un mes, tiempo sobre el papel suficiente para enfrentarse a las cimas tayikas.
Me manda esta foto, como siempre rodeado de admiradores. Aunque una queja tuya, con todo el humor del mundo, es ya es patente:
“Siempre fotos con maromos…. ¡¡¡Estos países musulmanes!!!…”
Desde el día 26 de Junio sin noticias tuyas. Como tú dices: “internet a cuentagotas”. Espectante por saber de ti y ver si estás accesible a algunos medios de prensa que quieren ponerse en contacto contigo.
Quería esperar a poner más crónicas de Tayikistán pero la espera se alarga y tus seguidores me solicitan saber de ti.
Un abrazo y ansioso por saber de nuestro caballero rodante.