Este año los recuerdos se convertirán en dura realidad para los amantes de las Romerías de Herencia. Memorias del disfrute en hermosas jornadas del entrañable mes de Mayo y que, para muchos herencianos, significan el pistoletazo de salida del cálido verano manchego. San Isidro y “la Morenita” como referentes religiosos para unas fiestas campestres entrañables donde no faltarían típicas viandas totalmente apetecibles para contener el apetito que se abre en el marco campero.
Reminiscencias sonoras, de verbenas populares antes y de conciertos más específicos después, con las que las familias seguían alimentando el disfrute y el jolgorio y, en las fechas previas, como siempre, los reproches de quienes se lamentan de que las romerías ya no son lo que eran.
Hoy los divertimentos y deleites, junto con los desacuerdos y disputas, se quedan en dolorosos silencios para los vecinos de Herencia. La convivencia romera en este 2020 hace un paréntesis obligado. Los Pozos del Agua nos muestran en esta fecha una inusual estampas de soledad, y la copa, y la sierra y las ermitas también están en cuarentena colateral por el malicioso virus.
Los caminos de ida y vuelta al paraje de “la Pedriza” se encuentran sin el frenético tráfico de los fines de semana primaverales y, en estos días señalados de mayo, huérfanos del bullir incesante de los romeros que quieren llegar al nacimiento de la sierra donde se ubican sendos santuarios, centros de la actividad religiosa y festiva en estos días.
Pero precisamente, en estas fechas, el valor de esos recuerdos nos debe dar fuerza durante la pasividad romera obligada por esta distopía en la que nos encontramos inmersos. Ese espíritu de una comunidad en fiesta debe ser un antídoto ante las cada vez más extendidas políticas de odio (de los unos contra los otros), ante la calamidad representada en gráficos de curvas y picos inmisericordes y ante la sinrazón de la insolidaridad y el egoísmo de muchos.
Que la esperanza de unos repletos Pozos del Agua combatan el uso masivo de la sinrazón y el uso menor de la mascarilla y nos muestren un paisaje donde el virus infeccioso para el cuerpo no lo sea para el alma; esperando que el año que viene los recuerdos den paso a un disfrute no virtual de una experiencia festiva tan arraigada en Herencia.
Un fuerte abrazo a todos.