La Ruta del Quijote en burro

La Ruta del Quijote en burro

En recuerdo de Segundo Ureña del Moral

A lo largo de los siglos miles de viajeros han seguido las huellas del recorrido descrito en la inmortal obra sobre las aventuras de Don Quijote y su escudero Sancho Panza. Así en esta ruta se busca, entre otras motivaciones diversas, la estela de esos gigantes que en realidad son molinos de viento, se anhela perseguir el rastro de Dulcinea y, por supuesto,  degustar platos como los “duelos y quebrantos” ensalzados en la obra cervantina. Y con el pasar del tiempo la ruta de Don Quijote es también, además de una ruta literaria, un trayecto por algunos de los paisajes más mágicos de España, la Mancha.

Y así se han ido conformando infinidad de rutas según la naturaleza de de sus protagonistas y, sobre todo, según el modelo de locomoción en que se hiciera la aventura. En un principio casi todos los viajeros recorrería a pie los polvorientos caminos, pero múltiples referencias hay  de posteriores viajes en tartana, en bici, en motocicleta o en coche.

Hace ya muchos años que el amigo y herenciano Segundo Ureña me contó que él participó, allá en los años sesenta del pasado siglo XX, en un curioso proyecto de hacer la ruta del Quijote en burro. Aunque me dio detalles de aquella aventura juvenil he de reconocer que sus relatos quedaron en el olvido de mi memoria hasta que, hace un tiempo, me topé con las referencias periodísticas que volvían a la realidad aquellas antiguas reflexiones del amigo. Por esto, no tenía más remedio que sacar a la luz algunos detalles de los episodios que vivieron unos jóvenes hace 55 años, entre los que se encontraba el ya citado Segundo Ureña.

Así se presenta esta historia cuyos protagonistas sería ocho jóvenes pertenecientes a la Organización Juvenil Española, popularmente conocida como la OJE, de Ciudad Real, en los últimos días del año 1965. El periódico provincial Lanza de la época se hizo eco de la evolución de esta aventura y así sabemos que la peripecia se inició el día 24 de diciembre de 1965 (víspera de Navidad). Un viaje que comenzó de madrugada y que debía durar doce día en los que recorrerían, cada joven con su particular montura, el itinerario siguiente: Ciudad Real, Peralvillo, Fernancaballero, Malagón, Fuente el Fresno,  Villarrubia de los Ojos, Las Labores, Puerto Lápice, Herencia, Alcázar de San Juan, Campo de Criptana, El Toboso, Mota del Cuervo, Pedro Muñoz, Socuéllamos, Tomelloso,  Argamasilla de Alba, Ruidera (con la visita a la Cueva de Montesinos), Villahermosa,  Villanueva de los Infantes, Alcubillas, San Carlos del Valle, La Solana, Membrilla,  Manzanares, Bolaños de Calatrava, Almagro, Pozuelo de Calatrava, Miguelturra y  Ciudad Real.

La Ruta del Quijote en burro 5 Por ir en burro el viaje planteaba algunas limitaciones y, en lo relativo al alojamiento, los jóvenes aventureros tenían claro:

“dormir en mesones o posadas, lo primero por continuar una tradición y después porque en los hoteles no admiten a los jumentos”.

Los ochos jóvenes protagonistas de esta aventura y su actividad en el momento de la hazaña eran los siguientes:

Marcelino Abenza CorralEstudiante de 6º de Bachillerato
Juan de la Torre VaxerasEstudiante y empleado
José Antonio Pérez MartínEstudiante de 3º de Magisterio
Antonio Crespo ZamoranoEstudiante de Minas
Isidoro López FranciaPreuniversitario
Rafael Echevarría Almagro Profesorado Mercantil
Segundo Ureña del MoralSexto curso de Bachillerato
Dionisio Guijarro BarredaEstudiante del PREU

 

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Los ocho jóvenes aventureros posando para la prensa.

En la víspera de su salida de la capital provincial, el jueves 23 de diciembre, los jóvenes fueron agasajados por el alcalde de la ciudad, el presidente de la Diputación Provincial y el Presidente del Instituto de Estudios Manchegos que incluso les prometió “cuatro mil pesetas para gastos de investigación”, además se indica que “… los burros, serán bendecidos hoy a la una de en la Delegación de Juventudes y que la flota de rucios estará formada por nueve, ocho para los rutistas y uno para llevar los macutos y el pienso de carretera de sus compañeros”.

Durante una docena de días el periódico Lanza se hizo eco de los avances del grupo aventurero. A Herencia llegaron, desde Puerto Lápice, el domingo 26 de diciembre de 1965 y de su paso por la localidad, en una jornada lluviosa, tenemos la siguiente referencia periodística:

“Los caballeros cadetes comieron también en ruta, camino de Herencia, aguantando el agua que caía del cielo, pero que no impidió que cumplieran su etapa.

Ya en Herencia, a donde llegaron a las siete de la tarde, tuvieron un buen recibimiento de los muchachos de la Organización Juvenil, con el delegado local al frente. La sorpresa agradable del regalo de un queso hizo que el semblante húmedo de estos ocho nuevos rutistas cambiara.

¡No es nada un queso de Herencia”.

El exquisito manjar, célebre en el mundo entero, no tuvo tiempo de ponerse duro, como ocurrió a Sancho Panza. Ocho pedazos, ocho tragos y pan blanco a discreción. Después el comentario de la caminata realizada, la anécdota de la peripecia y el descanso, bien merecido para el día siguiente estar en forma”.

Además en el Lanza del Martes, 28 de diciembre, nos encontramos con una imagen de uno de los jóvenes y su montura a su paso por Herencia.

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Segundo Ureña sujetando el burro de uno de sus compañeros,
y los dos jóvenes con sendos impermeables para soportar la lluvia.

Tras su descanso en Herencia, la siguiente jornada rumbo a Campo de Criptana y su aventura continuó, sin incidencias, hasta la tarde de Reyes del estrenado 1966 donde formaron parte de la popular Cabalgata de Ciudad Real.

“…desfilaron los caballeros-cadetes de la Ruta del Quijote que, después de recorrer más de trescientos kilómetros, quisieron unirse a la gran algarabía de este desfile de Reyes”.

Así concluyó esta curiosísima aventura que contó con la participación de Segundo Ureña del Moral, el conocido en Herencia como Don Segundo, maestro y político local,  que nos dejó en el años 2016 (justo medio siglo después de su aventura como caballero andante).

De la lista de los caballeros me he llevado la sorpresa de encontrar a Don Marcelino Abenza Corral al que conocí, avatares de la vida, por su actividad cofrade en varias Hermandades de Ciudad Real.

En el domicilio familiar de los Ureña en Herencia la esposa de Segundo, Sagrario Fernández-Caballero, conserva el plano de la ruta que recorrieron estos jóvenes, con las firmas de todos ellos:

La Ruta del Quijote en burro 8 En la última década del siglo XX, en concreto desde el 11 al 23 de Abril de 1997, concluyó otra aventura que conmemoraba las aventuras del inmortal manchego por tierras manchegas. En esta ocasión miembros de la Asociación Cultural  “Ciudad Real Quijote 2000” fueron los encargados de llevarla a cabo y el domingo 20 de abril visitaron la localidad de Herencia acomodándose en el Hotel Lozano de la localidad para continuar al día siguiente su periplo cervantino. Aquella tarde, estando Don Segundo y yo organizando los actos de recibimiento de tan singular comitiva, fue cuando supe de la similar hazaña donde participó el amigo.

Han pasado casi sesenta años de aquel momento, sirva este escrito para el recuerdo de aquellos jóvenes y su particular ruta a lomos de unos burros; y como dice José Manuel Cañas Reíllo en su investigación (2014) sobre la ruta de estos muchachos, deteniéndose sobre las particularidades de su paso por la localidad de Campo de Criptana:

“La ruta de don Quijote es de los caminantes y de los viajeros, no de las autoridades, ni de los políticos, ni de empresas, ni de instituciones. La ruta del Quijote… para el que la camina”.

FUENTES:

  • Diario Provincial “Lanza” de los días 24, 28 y 29 de diciembre de 1965 y 7 de enero de 1966.
  • Fotografías, propiedad de la familia Ureña-Fernández-Caballero.
  • La “Ruta del Quijote” en burro (Campo de Criptana, 1965), por José Manuel Cañas Reíllo. [Recurso en línea https://criptanaeneltiempo.wordpress.com/]

 

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