La emoción y el duende se adueñaron la noche de este viernes durante el trigésimo primer Festival de Cante Flamenco Día del Minero, convirtiéndose en una cita imprescindible para los amantes del flamenco más puro. La velada, que tuvo lugar en Puertollano, estuvo marcada por la excelencia de algunos de los más destacados artistas del panorama flamenco actual, ofreciendo un espectáculo cargado de sentimiento, virtuosismo y respeto por la tradición.
El cante estuvo magistralmente representado por Armando Mateos, Sandra de Paula, Florencio Gerena y Javier Allende. Estos artistas interpretaron con maestría soleares, alegrías, bulerías, cantes de levante y fandangos, llevando al público a un recorrido poético y sonoro por los distintos palos del flamenco, cada uno con su propia historia y emoción.
Acompañando a las voces, el talento de los guitarristas Niño Seve y Vahan Davtyan brilló con luz propia. En particular, la actuación de Niño Seve se convirtió en uno de los momentos más memorables de la noche, recibiendo una ovación unánime por su destreza. Su virtuosismo, evidente en cada punteo y rasgueo, demostró una agilidad y pureza excepcionales, reafirmando su posición como una de las figuras prominentes del toque flamenco contemporáneo.
El arte del baile lo trajo Macarena Cocinero, quien, con su gracia y pasión, complementó a la perfección el cante y la guitarra, mientras que Manuel Bellido y Manuel Barbas enriquecieron cada compás con el acompasado ritmo de sus palmas.
El evento, al que asistieron unas 200 personas, se prolongó durante 150 minutos, transformando la noche en un viaje sensorial inolvidable. Antes del inicio del festival, la peña puertollanera realizó un sencillo y emotivo homenaje a Fosforito, un pilar esencial del flamenco, cuyo reciente fallecimiento dejó un vacío en el mundo del flamenco.
La gala no solo ofreció un giro por los diferentes estilos del flamenco, sino que también se transformó en un tributo a las raíces y a las grandes figuras del género, instaurando en todos los asistentes la promesa de que la tradición flamenca sigue viva y en constante evolución.


















