Un día en la vida de un cura de pueblo

Un día en la vida de un cura de pueblo

Un día en la vida de un cura de pueblo 3Recientemente vimos repartidos por las calles del pueblo un periódico que respondía al nombre de «Xtantos» y que formaba parte del programa para el sostenimiento económico de la Iglesia.

Pues bien, en la página 12 de dicho periódico (ejemplar de Mayo del 2008) aparecía un artículo escrito por Arturo Marugán y que reproducimos aquí íntegramente, por hacer mención a la vida de un cura, Julián Martín, en un pueblo de La Mancha, Herencia, ya que ha sido nuestra parroquia y con ella su párroco la elegida como imagen de la actual campaña para el sostenimiento de la Iglesia.

El artículo decía así:

Al fotógrafo y al cronista nos duelen los pies. Hemos pasado un día cualquiera, completo, transformados en la sombre del párroco de un pueblo de España. Un pueblo que representa a tantos otros de nuestro país, ni grande ni pequeño, ni deprimido ni turístico, con poco más de ocho mil habitantes, en medio de La Mancha. Herencia. Ya su nombre es sonoro y recio. También sonoro es el nombre del cura, Julián Martín de apellido bien castellano. Junto a él, otro sólido castellano, Juan Pedro, su Vicario Parroquial.

El día ha amanecido neblinoso y frío -estamos en enero pero Julián empieza su jornada con los laudes habituales junto con Juan Pedro, tras lo que se acerca para decir la primera misa de este lunes a la Residencia-Asilo de las Hermanas Franciscanas de la Purísima. son las ocho y media de la mañana.

Dignidad y galletas.

Las monjas nos ofrecen a continuación un desayuno -café con leche, zumo y galletas- en su compañía. Pero antes, Julián hace una visita a los acogidos en la residencia. Veintiséis mujeres y hombres tan deteriorados como encantadores. Cada uno, una historia estremecedora. Todos han venido en situaciones límite, enviados a las monjas porque su Orden es la única capaz de atender y cuidar a quienes han tocado fondo. Como esa mujer a quien los suyos echaban la comida directamente en el suelo porque era considerada como un verdadero animal. Las hermanas le han devuelto su dignidad y recupera lentamente su pequeña alegría y la capacidad de relacionarse cariñosamente con los demás.

Lo religioso y lo civil, unidos por el pueblo

Un café a la carrera por el camino. con saludos cada cuatro pasos, enfilamos hacia el Ayuntamiento, que ocupa parte del gran Convento de los Padres Mercedarios, Jesús, -el alcalde- nos recibe, acompañado por encarna, concejala de Asuntos Sociales. Hay que firmar un acuerdo entre la Parroquia y el Ayuntamiento. El entendimiento entre Julián y Jesús es total. Ambos saben que su pueblo está por encima de ideas políticas. Incluso la fe está por encima de la política. Nada en común con don Camilo y Pepone. Se nota el mutuo respeto y cariño. Al César lo del César, a Dios lo de Dios, y a los herencianos, los dos unidos.

Camino de la parroquia, tenemos que decepcionar a las Hermanas Mercedarias porque es imposible saber a qué hora nos sentaremos a almorzar. del interior del convento llega un olorcillo a potaje que nos pone al borde de la traición al deber. Julián es más fuerte que nosotros y nos arrastra a la calle. No olvidemos que en Herencia está también las Hijas de María para la Formación Cristiana. cuatro casa de órdenes religiosas, tres de monjas y una de frailes, además de la parroquia, trabajando en común por las necesidades y la gente del pueblo. ésa es parte de la estructura que la Iglesia mantiene con la participación de los cristianos.

Un instante mágico, una comunión especial

Salimos de la parroquia con la comunión en el bolsillo de Julián: va a dársela a Tomás, un tiarrón que hoy cuenta los minutos que faltan para que venga Julián a visitarle. Viendo a este hombretón cuyas piernas y neuronas han cumplido los noventa aunque no su vigor interior, hablando de las últimas incidencias de la parroquia, uno envidia esa forma de enfilar la última parte de su vida. Con toda naturalidad, Julián le absuelve de sus imposibles pecados y le ofrece el Cuerpo de dios, que él recibe con ilusión. La luz mañanera de Herencia entra por la pequeña ventana y les ilumina a los dos. Mágico. Cada vecino del pueblo está en la mente de su párroco, preocupado por la forma en que puede ayudarle.

Los marginados y las familias son lo más importante

Comemos un menú rápido mientras Julián y Juan Pedro nos cuentan sus principales preocupaciones en el pueblo, que tienen que ver con los márgenes de la pobreza que existen en Herencia, con los inmigrantes (la colonia procedente del este de Europa instalada alcanza casi al 10% de la población) y con las familias. Su esfuerzo se nota en la Cáritas local. En la Casa Parroquial han montado almacenes para alimentos y ropa que los vecinos entregan, perfectamente preparados para su reparto.

¿Cuánta gente hace falta para que una parroquia funcione así?

El formidable equipo de colaboradores de la parroquia se amplía con dos sacerdotes jubilados, Jesús y Félix (Nota de la redacción de herencia.net: éste, fallecido recientemente). Y sobre todo, con numerosos voluntarios desinteresados de todo tipo que ha reunido Julián. Un experto prejubilado de banca se ocupa de la administración de Cáritas. Jubilados son los que se ocupan de la correspondencia o de la recaudación en los cepillos. Mujeres del pueblo, que sin que nadie las dirija, mantienen la Iglesia y la Casa Parroquial limpias y ordenadas. Jóvenes y adultos se ocupan de los muchos grupos de catequesis. Precisamente a esta actividad se dedican las primara horas de esta tarde.

¡Todos los niños del pueblo en la Catequesis!

A partir de las cuatro y media, la puerta de la Casa Parroquial se llena de voces infantiles en alegre barullo. El 90% de los niños de Herencia acuden a la Catequesis. La labor de Julián, con Juan Pedro, se extiende en otras sesiones pastorales, esta vez dedicadas especialmente a matrimonios. Es evidente que las familias son una de sus grandes tareas.

Una bendita donación para hacer más

Cuando comentamos la escasez de espacio para tanta actividad nos desvelan su actual ilusión: construir una nueva Casa Parroquial en un terreno bastante más grande que recibió la Parroquia como donación de una herenciana ilustre. ¡Ahí habrá sitio para desarrollar muchas más acciones, más aulas, salas donde reunirse sin estrecheces! Aún no hay recursos para hacerlo, pero pronto podrán empezar a ver surgir una nueva Casa Parroquial y entonces…

El patrimonio histórico de Herencia está bien cuidado

La Casa actual es muy ajustada, ciertamente. Julián nos enseña cómo conserva, con mimo, toda la historia de Herencia desde el primer bautizo en 1412 hasta hoy. Nacimientos, defunciones, bodas… en legajos y manuscritos preservados por la Iglesia en Herencia con la responsabilidad de quien cuida al pueblo todo. Una más de las funciones de la Iglesia depositaria del patrimonio cultural a través de siglos.

La Iglesia parroquial

La Iglesia de la Inmaculada -el mayor edificio de Herencia- impresiona por su excelente conservación y cuidada restauración. Igual que la Sacristía conserva todo su mobiliario original (en las mesas vemos inscripciones de 1858) el templo cuenta hasta con una pantalla que se despliega ante los fieles para presentar cualquier evento religioso y luego se recoge hasta quedar disimulada en un recoveco de la pared del presbiterio. Aquí los siglos conviven con elegancia. Por supuesto, la parroquia se llena en las dos misas dominicales. ¡Y cuidado que esto es grande!

Una visión final

A la caída del día salimos a un cerro desde donde contemplamos todo el pueblo. A nuestra espalda, media docena de hermosos molinos de viento. ante nosotros, una pequeña muestra entre las 22.700 parroquias españolas. Miles de almas bajo todos esos tejados. Sólida, sostenida por todos sus fieles que son sus verdaderos cimientos -podríamos hasta ver las manos de todos los herencianos elevándola- destaca la iglesia. Su Iglesia.

Fuente: periódico Xtantos. Mayo 2008, pp.12-13.

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