Bibliotecas, lectores y derechos de autor

Bibliotecas, lectores y derechos de autor

A continuación, y con un poco de reptraso publicamos en herencia.net la última tribuna aparecida en el Periódico El Rondadías correspondiente al mes de abril,  firmada por Ana Fernández Conde, la cual,  como no podía ser de otra forma, nos realiza una muy interesante reflexión sobre nuestros amigos los libros y la situación actual de las bibliotecas, abriéndonos los ojos sobre una cuestión bastante desconocida, pero que sin embargo nos afecta e incumbe a todos:

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«Para los que disfrutamos del placer de la lectura, y hacemos de los libros compañeros de viaje, amigos inseparables en los que buscar refugio, hallar consuelo o alimentar nuestra alma (que no sólo de pan vive el hombre), el mes de abril es un mes de celebración.
Entorno al 23 de abril (Día Internacional del Libro), las librerías se visten de gala y exhiben las mejores novedades editoriales; los medios de comunicación se hacen eco de esta celebración y la promocionan desde prensa, radio y televisión; las bibliotecas, por supuesto, derrochan imaginación para preparar programas de actividades con los que hacer atractiva a la población todo lo que de bueno se esconde tras las pastas de cualquier libro (como dice nuestro más ilustre caballero andante “no hay libro tan malo que no tenga algo bueno”. Pero las bibliotecas no se limitan únicamente a promocionar las virtudes del libro en estas fechas, sino que promocionan y difunden los libros durante todo el año sirviendo de puente entre el libro y el lector a través de un sistema de préstamo gratuito. Sin embargo, existe una directiva europea (2006/115/CE, cuya trasposición a la legislación nacional se refleja en la Ley 10/2007 de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas),  que establece que los autores pueden prohibir el préstamo público de sus obras, o en su defecto, han de ser económicamente compensados por ello. Las entidades de gestión de derechos de autor, CEDRO y la SGAE, alegan que la gratuidad del servicio público de préstamo en bibliotecas atenta contra el derecho de autor, por lo que ateniéndose a esta directiva exigen el pago de un canon por préstamo en bibliotecas. Actualmente el usuario no paga al llevarse un libro en préstamo, ya que es el organismo público del que depende el que se hace cargo de este canon (por ahora). Pero en cualquier caso, esto repercute negativamente en las bibliotecas puesto que sus presupuestos no aumentan para asumir este canon sino que se pagan con los mismos presupuestos existentes, lo que supone menos dinero para la adquisición de libros y la prestación de servicios a sus usuarios. Pero el problema no es simplemente una cuestión económica. Lo doloroso de esta normativa reside en la filosofía mercantilista de la cultura que se esconde detrás. Las bibliotecas son un gran escaparate de la producción editorial y es ilógico que tengan que pagar por hacer una publicidad que resulta tan beneficiosa para el sector editorial. Son las bibliotecas las que difunden y mantienen disponibles los libros aún cuando estos dejan de ser novedad (cosa que no ocurre en las librerías, que constantemente están renovando sus fondos puesto que la aparición de novedades editoriales es continua). Son las bibliotecas las que fomentan hábitos de lectura estables, las que hacen lectores, y son los lectores los que compran libros. Por tanto, las bibliotecas se convierten en importantes aliados tanto de los autores como de los editores y no parece justo que se les exija el pago de un canon por poner a disposición de TODOS los libros, por fomentar el placer de la lectura, por dar a conocer a escritores de todo el mundo y de todos los tiempos, por democratizar un derecho fundamental de los ciudadanos: el acceso a la cultura».

Además, a continuación enlazamos el vídeo de la lectura del manifiesto de José Luis Sampedro frente a la Biblioteca Nacional (Abril 2007):

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