Entrevista con Pilar Fernández-Cañadas de Greenwood y Davydd J. Greenwood

foto davydd y pilarComo cada mez, publicamos en Herencia.net la versión digital de la entrevista realizada para El Rondadías, en esta ocasión la perteneciente al mes de Agosto, realizada a Pilar Fernández-Cañadas de Greenwood y a Davydd  J. Greenwood. Debido a los ajustes de espacio en la edición impresa no pudimos publicarla al completo, pero en esta versión on-line añadimos cosas que se quedaron en el tintero.

Aquí os mostramos la entrevista completa.

Un día con… Pilar Fernández-Cañadas de Greenwood y Davydd J. Greenwood

A los manchegos se nos había puesto difícil el llegar a ser”.

«Al llegar a nuestra cita en una calurosa tarde de julio nos encontramos con una casa aparentemente cerrada. No es de extrañar si tenemos en cuenta que sus inquilinos se están preparando para emprender el viaje de vuelta al otro lado del Atlántico, hacia la ciudad de Ithaca en el estado de Nueva York. Llamamos a la puerta y tras unos segundos aparecen Pilar y Davydd con una sonrisa, un matrimonio de académicos mitad herenciano mitad americano que en estos días disfruta de unas merecidas vacaciones manchegas. A medida que vamos entrando el calor se disipa y la casa nos empieza a contar historias que después nuestros protagonistas nos desgranarán. Avanzamos por las habitaciones percatándonos de que esta edificación tiene mucha más historia de la que aparenta a simple vista, no en vano sus propietarios piensan que es la unión de tres casas diferentes. Fue una casa de trabajo, con cocinas para los gañanes, alcoholera, bodega, establos para los animales y muchas estancias más, además de un gran patio solariego de los que ya quedan pocos; residencia habitual de una de las familias acaudaladas del pueblo, residencia de monjas e incluso temporalmente centro médico de la localidad. Lo que quedaba de la edificación original ha sido modificado y homogeneizado con mucha paciencia y tiempo para hacerla habitable y para desarrollar algún proyecto más que después descubriremos. En una de esas habitaciones de anchos muros que esquivan las temperaturas veraniegas comenzamos a conversar.

La primera pregunta es obligada. Situémonos. Corría la década de los 60, en pleno franquismo, y una joven herenciana decide irse a Estados Unidos a estudiar. Una decisión cuanto menos extraña dados los tiempo que corrían. Pilar nos lo explica. “Quizá me fuí porque ya me había ido antes. Porque aquí en Herencia no había instituto. Mis hermanas y yo empezamos a estudiar con las maestras de Carrasco Alcalde pero llegó un momento en que no podían ayudarnos”. Fue entonces cuando ella y sus hermanas partieron hacia Madrid para seguir estudiando. “Mis padres nos fueron mandando según fueron pudiendo, porque era muy caro, pusieron todo su dinero y dieron lo que fuera para educarnos”.

Poco a poco, con un gran sacrificio económico y emocional de sus padres las tres hermanas fueron partiendo hacia la capital, sus hermanas hacia el internado Sagrado Corazón y ella a El Escorial, a la tierna edad de 12 años. “Digamos que ya me acostumbré, porque si me hubiera ido nada más de Herencia a Estados Unidos yo no se si puede uno hacer ese salto”. Después comenzó a estudiar en la Universidad, viviendo en una residencia de monjas y fue en su último año cuando llegaron unos estudiantes de intercambio y se creó una Casa de Idiomas para aprender otras lenguas. El destino quiso que la chica que iba a dar español en la Casa de Estados Unidos no pudiese ir y entonces unas amigas llamaron a Pilar para ofrecerle el trabajo. “Me mandaban el billete, me hacían todos los trámites y me esperaban en el aeropuerto. Si yo hubiera sabido lo grande que era Estados Unidos y lo difícil que fue aprender el inglés, no voy”. Reímos pensando que nosotros tampoco lo habríamos hecho y entonces Davydd apostilla “Quizás si, siempre has sido muy atrevida”. Si no lo hubiese hecho no se habrían conocido porque fue precisamente en esos inicios de lo que hoy conocemos como Escuela de Idiomas donde se encontraron por primera vez. Davydd llegó como invitado sabiendo un poco de castellano, sin embargo tardaron un tiempo en comenzar la relación. “No empezamos a salir hasta después de Navidad. Estábamos muy ocupados”, sin embargo él confiesa que estaba interesado desde el principio. “Es curioso porque yo no había conocido más que a una persona de España”. Donde él vivía, en un lugar llamado Pueblo en el estado de Colorado. Curioso. ¿Quizá el nombre de su “Pueblo” no le predestinó ya de nacimiento a casarse con una española? Entre risas y miradas de complicidad entre el matrimonio Davydd comienza a contarnos que entonces sabía muy poco de España, era la época de Franco y había mucho recelo hacia nuestro país, aunque si había una gran comunidad mexicana. Sin embargo no fue hasta unos años después cuando sus padres le arreglaron un intercambio en Nuevo México cuando aprendió castellano. El hecho de saber un poco más de español le llevó a la Casa de Idiomas y por tanto a conocer a Pilar “Así cuando la gente dice: estudia idiomas que eso te puede cambiar la vida. Es cierto”.

A pesar de hacer su vida en el estado de Nueva York , el trabajo les trajo de nuevo hacia España. Davydd es antropólogo social y en la actualidad estudia la despoblación rural, los efectos del turismo en las culturas locales, la cultura organizativa y el cooperativismo industrial. Teniendo en cuenta todos sus estudios e investigaciones le preguntamos por la situación de Herencia. ¿Hacia donde va, cuál es la situación del patrimonio y de la cultura? “Una muy buena pregunta”, “¿Cuantos días nos dais para contestarla?”, interviene Pilar. Para explicar su llegada al estudio de las poblaciones españolas hay que remontarse hasta el momento en que terminó la carrera. Entonces los destinaban a Latino América para hacer investigaciones porque la idea de investigar sobre Europa o Estados Unidos no se aceptaba. El apoyo de un profesor le animó a venir a España, comenzó a buscar información y así recalaron en el País Vasco para estudiar la antropología rural. “Trabajé alrededor de 7 años, vivimos la llegada de la democracia, la constitución, las comunidades autónomas no existían, llegarían después… pero no me gustaba el ambiente de violencia”. A una llamada de su antigua universidad Cornell, volvieron a EEUU con la decisión de que no volverían a Euskadi hasta que no se arreglara la situación. Con la idea en la cabeza de estudiar los pequeños núcleos de población les llegó una invitación desde Herencia, de la mano de José Roselló. Pilar nos cuenta: “yo recibí una invitación a contribuir un libro sobre la Carta Puebla. Querían que los que nos habíamos ido por las razones que fueran pusiéramos nuestra opinión”. En este punto vuelve a salir el tema de una pregunta inicial y Pilar recuerda lo difícil que fue en aquella época poder estudiar, poder realizarse “es un esfuerzo que nos ha tocado a los manchegos”. Las condiciones entonces no eran las mejores, no tenían escuelas cerca, debían ir hasta Ciudad Real para examinarse y luego volver “teníamos la impresión de que nos estábamos quedando atrás”, todo era muy complicado, “entonces pensé que a los manchegos se nos había puesto difícil el llegar a ser, el hacernos. […]Y luego el hecho de que Roselló de alguna manera te diga: apreciamos lo que has hecho…. Todas estas “sensaciones y sentimientos” (precisamente el título que eligieron para la publicación) las plasmó en el texto de colaboración que le pidieron. “Yo creo que lo que consiguió con esta invitación fue un reconocimiento a todos los que nos habíamos ido, porque nos fuimos muchos. En mi caso a buscar una educación, pero cuantos no se fueron a buscar un trabajo porque no había”. Para todos fue una oportunidad para poder contar a sus paisanos como les había ido, como se había buscado la vida, un medio para expresarse. “Fue como grafiticante, pensar, me han dado la oportunidad de escucharme”. Además fue algo novedoso porque no había ninguna publicación similar, por eso decidió mostrar su apoyo, en cierta forma como está haciendo ahora con El Rondadías, colaborando con los pequeños proyectos que surgen en su tierra, la acción y la creación de un capital, animar a colaborar “porque la gente cuando hay contribuye”. Entonces no pudieron venir pero una tiempo después conocieron en persona a Roselló y conversando sobre el trabajo de Davyyd éste les propuso trabajar sobre Herencia, momento en el que se encendió la bombilla, “entonces nos plantemos hacer los estudios en La Mancha”, sonriéndose Davydd recuerda: “Esa fue tú idea, creo que me lo ofreciste”, “Te ofrecí la oportunidad”, completa Pilar. La investigación que él realiza es denominada “investigación-acción” y consiste en aglutinar diferentes grupos sociales de todas las edades para crear proyectos comunes, para ponerse de acuerdo y conseguir salvar diferencias para seguir adelante. Siguiendo esta premisa crearon una iniciativa que se acordó en llamar “Proyecto Herencia”, allá por 1995. “Hicimos una búsqueda y conseguimos no se si unas 40 personas, de todas las edades… fue una experiencia realmente muy interesante […]Después de hacerlo nos dimos cuenta de que había dos grupos que no se habían hablado desde la guerra y fue para mucha gente muy emocionante. Muchos planteaban el mismo problema, que sus hijos se iban a ir a buscar un porvenir, y con mucha razón porque la economía local era todavía débil, estaba en desarrollo”. A partir de entonces se creó un cierto optimismo por la sensación de que había una solución, de que se podía avanzar. Al margen del proyecto, el hecho de que su hijo se sintiera a gusto en el pueblo también les animó. “Cuando era adolescente venía aquí a pasar un mes, mes y medio con sus abuelos, aprendió castellano, y era algo más allá del cielo”. No hace falta entonces que preguntemos si le gustaba La Mancha, a lo que Pilar responde “le parecía una gloria de vida. Aquí estás hasta las tantas y allí a las 8 ya no hay nadie por la calle”. Nos cuentan que ahora está mas desligado porque se casó con una alemana y viene muy poco, pero de adolescente le encantaba. Y es que las diferencias entre los dos países son muchas. Nadie mejor que ellos, que viven entre los dos continentes para contarlo, pero en este punto necesitan aclarar sus ideas, sopesar los pros y los contras, y nos ofrecen un café con unos pastelitos mientras seguimos conversando. Como buena manchega a Pilar le encanta su tierra, “a mi lo que me fascina es cuando vengo y veo el paisaje, los cerros a un lado, la llanura a otro. ¿Que otros pueblos tienen un entorno así?”, se pregunta en voz alta. Nueva York es absolutamente diferente a Herencia. Allí viven en Ithaca, una ciudad ubicada cerca de los lagos de N.Y, con lagos, bosques, cascadas y bastante frío. Las casitas tienen su propio jardín y hay muchos vecinos, pero la gente no se conoce entre ellos “en 25 años viviendo allí conocemos a cuatro o cinco vecinos”. Aquí la gente es mucho más social, más amables, se ayudan, conversan, hay más vida social. Allí son muchos más individualistas. Sociabilidad, punto para España. Pero en cuanto al trabajo, el punto se lo lleva Estados Unidos. “Las bibliotecas de las Universidades son como entrar en el paraíso. Nosotros, por ser profesores, podemos llevarnos un montón de libros a casa y devolverlos cuando quiera”. La burocracia es una tema que también aparece. Aquí es muy lento “parece que el día se te puede ir de ventanilla en ventanilla”, dice Pilar con toda la razón de este mundo, mientras que allí es mucho más rápido. Punto para los yankis, pero en cuanto al seguro social el tanto es nuestro “Aquí hay cobertura global de salud y EEUU tenemos 50 millones de personas que no tienen ninguno. Allí ni sueñas con jubilarte con un seguro social, si no tienes pensión privada no te queda prácticamente nada”. Empate técnico. Según nos cuenta Pilar, es cuestión de adaptarse al lugar, “según vayamos deteriorando la mente vamos a tener que decir: a ver si vamos a actuar aquí como si estuviéramos allí, y allí como si estuviéramos aquí”.

Pero, ¿se quedarían con alguna o a medio camino entre las dos?. Yo creo que nuestra manera de vivir es precisamente que estamos en dos sitios hasta donde aguante el cuerpo y la economía”, dice Davydd, “nos gustan muchas cosas de las dos”, completa Pilar. “Yo pensé, bueno, llegará un punto en que voy a poder decidir y resulta que no […]Todavía vamos a disfrutar de esta vida y después decidiremos”. Por ahora van a seguir reformando la casa, conservando cada una de sus estructuras originales pero realizando arreglos para poder vivir en ella “Nos gusta mucho vivir en un lugar que tiene toda la historia de Herencia”. Aún así, a la pregunta de un proyecto futuro en Herencia nos hablan de una Fundación utilizando precisamente esta gran edificación. La idea no viene de ahora sino de un proyecto pensado desde hace tiempo “pero reconocemos que hemos entrado en un punto difícil por la cuestión de que no hay fondos y al no poder dedicarles todo el tiempo no se puede”. Aún así no desisten en su empeño y siguen buscando la manera de llevarlo a cabo. La idea sería muy amplia, por un lado un Museo de la vida agrícola, montado en las instalaciones de la alcoholera, las cuadras, las bodegas, etc…que cederían a la fundación,“tendría que ser muy dinámico, con inversiones, con gente que lo usa para algo, que se subvenciona el mismo”. Pero para ello la gente se debe implicar, en especial en lo que refiere a los jóvenes, en su participación activa en este legado que se les está dejando. Por otro lado existe un proyecto académico, un lugar en el que aprender sobre nuestra tierra y nuestras costumbres. “Yo se muy bien enseñar la antropología, se hacer la investigación etnográfica y prehistórica y Pilar también en cuanto al manejo de textos y de historia. Todo eso lo habíamos pensado como un centro de formación. También pensando en el Proyecto Herencia, en dar una salida, porque vimos, cuando estábamos rehaciendo la casa, que muchos chicos habían llegado al fin del instituto y no tenían absolutamente ninguna idea de que pudiera ser posible otro tipo de vida que ir al ladrillo”. De esta forma ayudarían a que tuvieran otras opciones, o al menos las conocieran. Entonces pensamos ¿un proyecto de este tipo hace pensar en un futuro permanente en Herencia. Pilar toma la palabra, “Yo quisiera pensar que sí porque sino parecería como que todo existe en el mismo lugar pero aquí no […] entonces no salimos del círculo”. Davydd lo mira desde otra perspectiva y nos hace referencia al clima de su residencia actual “En Ithaca el año pasado tuvimos 45 días sin llegar a cero grados y además tres metros y medio de nieve, y a nuestros años eso empieza a doler”. Aunque primero deben arreglar la casa, sobre todo la calefacción actual. “Para utilizar este recinto al completo hemos estado empezando a pensar en las cuestiones de placas solares y energías renovables”, una mezcla de tradición y modernidad, “sería lo mas guay” apostilla Pilar, “pero de momento la verdad es que nos dedicamos a que no se caiga”, completa Davydd.

Muchos pensarán que estamos locos. Pero es increíble llegar casi a la jubilación y tener una ilusión, pensar que todavía es posible. Yo creo que todavía se puede hacer algo”. Con ilusión y ganas todo se puede y a ellos les sobra».

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