Así que, pasado ya nuestro Carnaval te quiero, toca repasar. Sin ánimo de ser exhaustivo y con la intención de abrir el debate voy a mencionar alguno de los puntos que, a mi juicio, deben repasarse, para bien o para mal.
Al césar lo que es del césar, así que, en primer lugar, hay que felicitar al responsable de dar en el clavo con el pregonero este año. Su emotivo email convenció a Christian Gálvez de venir por la patilla al pueblo y, además, hacerlo tan bien como lo hizo. ¡Tú sí que vales! Y también mi mayor reconocimiento a todos los que idearon, fraguaron, e hicieron posible la fiesta del pregón (no me gusta llamarlo inauguración porque nuestro Carnaval llevaba ya inaugurado una semana. Y bien inaugurado): tanto a los presentadores, como al cuerpo de baile y la coreógrafa: lo hicisteis fenomenal. Lo que pasa que en este pueblo mío, este pueblo nuestro, la gente somos un poco rancia para algunas cosas porque hay que ver lo que nos cuesta aplaudir y dar calor. Con lo bien que estuvo el espectáculo es increíble qué mansedumbre tenía el público. Claro que también parte de culpa la tiene la organización (en este caso el Exmo. Ayuntamiento) que un poco más y pone sillas hasta la Báscula: para que estemos bien asotarraos. Hombre, si se tratara del Pregón de Semana Santa pues lo entendería, o algún recital… pero siendo el pregón del Carnaval creo que lo que habría que tratar es de facilitar que las peñas acudan al Palacio del Carnaval y que haya bulla y ambiente… para eso, sobran sillas. Está bien que haya unas cuantas filas de sillas, e incluso más por el lado de las gradas para que la gente mayor se siente. Pero no llenarlo todo de sillas para que nos apoltronemos y nos cueste siquiera dar unos cuantos aplausos.
Otro punto que quiero repasar es el tema del aforo en el Palacio del Carnaval. Son bochornosas las escenas que se vivieron de violencia por conseguir una entrada anticipada en las taquillas. Y es una pena que tanta gente se tuviera que quedar fuera por una mala previsión del Ayuntamiento. Porque si es cierto que la ley está para cumplirla, no es menos cierto que había mecanismos para aforar no 1.700 personas sino más de 3.500. ¿Cómo? Tan fácil como abrir el segundo pabellón, unido mediante unas rampas al principal… Los días con más gente hubieran podido estar los dos abiertos, con el aforo correspondiente, y los días de menos gente, pues como siempre.
Por cierto, craso error el del Gabinete de Comunicación del Ayuntamiento que en su nota de prensa sobre el Pregón dice sin sonrojarse “Christian Gálvez fue coreado por dos mil personas” cuando tan solo unas líneas después reconoce que “el Palacio del Carnaval (pabellón deportivo) durante el carnaval está aforado para organizar actos que no superen las 1.700 personas”. Que fuentes oficiales del Ayuntamiento, como es su propio gabinete de comunicación y en la página oficial del Ayuntamiento de Herencia, reconozcan públicamente que se ha superado ampliamente el aforo legalmente permitido no queda muy elegante y, además, da pistas a la Guardia Civil por si quisiera iniciar alguna investigación y depurar responsabilidades.
Pero es que la metedura de pata de este gabinete de comunicación no se limita a esto. Qué va. Ya antes, en la presentación del Carnaval a los medios de comunicación había olvidado citar la canción que Juan “D” había compuesto para el Carnaval de Herencia, pese a que las asociaciones “Carnaval de Herencia, D.O.” y “Barco de Colegas” le hubieran remitido por escrito una nota de prensa informando expresamente de este hecho y que, finalmente, omitió (no sé si deliberadamente o por un desliz similar al contado anteriormente).
Un acierto, en mi opinión, es que después del Pregón el Palacio del Carnaval permanezca abierto y con música. Este año ha habido mucho ambiente y el viernes de Carnaval ya se vive como un día grande de carnaval.
Podría seguir repasando pero, como ya he dicho al principio, este repaso no pretende ser exhaustivo sino que dé pie al debate y a más aportaciones. Así que aquí concluyo no sin antes aplaudir a cuantos han participado día a día del Pasacalles que da una vida y un color muy especial a nuestro Carnaval: a toda esa gente que, en la mayoría de los casos, vive el Carnaval de forma desinteresada y sin buscar la subvención por salir. ¡Madre mía qué Pasacalles tan cojonudos tenemos! Olé y olé. Me quedo con eso (bueno, y también con la recuperación de la tradición de entrar a ofrecer en el Ofertorio, y del pendón de las ánimas).
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