Perlé en la antigua Alemania del Este (Etapa 50)

Lunes,  26 de Septiembre de 2016.

‘…vamos a rondar, que es mi intención limpiar esta ínsula de todo género de inmundicia y de gente vagamunda, holgazanes, y mal entretenida; porque quiero que sepáis, amigos, que la gente baldía y perezosa es en la república lo mesmo que los zánganos en las colmenas, que se comen la miel que las trabajadoras abejas hacen.”. (Cap.IL, 2ª parte de “El Quijote”)

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Antes de iniciar la crónica del presente día quisiera hacer pública una reflexión personal. Siempre que remato una crónica me gusta repasarla para evitar fallos ortográficos o de expresión, pero algunas veces, como si de encantamientos se tratasen, por más que miro mi sapiencia no encuentra fallo alguno… pero es publicarse el escrito y al volver a leerlo los errores se suceden. Ahora que en algún foro se hace causa para escribir correctamente en las redes sociales, bendito deseo, me duele más, si cabe, los errores y erratas que sacuden mis redacciones. Una vez vistas dichas faltas las corrijo inmediatamente para futuras lecturas, pero la faena ya está hecha.

Ayer, aparte de alguna errata pequeña por la que solicito indulgencia, si me encontré, tras publicado el artículo, en cinco líneas repetida tres veces la misma palabra: adversidades. Pido disculpas por el desliz porque qué menos que ofrecer un vocabulario amplio, adecuado y no repetitivo para  aprendizaje de todos, yo el primero (que la búsqueda de sinónimos no deja de ser una tarea instructiva en cualquier momento).

Y ahora sí, nos ponemos con el quehacer que nos ocupa.

Amigo Elías abandonas el camping de la localidad de Jilové e inicias una etapa rompepiernas con contínuas subidas y descensos. No en vano sales con una altitud algo superior a los 100 metros y llegas a alcanzar una altura de 723 metros en el mirador de Visoky Sneznik.

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Preciosa esa fotografía del perlé herenciano en lo alto de riscos y cimas, reflejo de cómo hoy, tu jornada aventurera, te ha embutido en ese paisaje natural característico de muchas regiones de Centroeuropa. Bosques ancestrales con un arraigo que se demuestra en esas raíces seculares que parecen salidas de efectos especiales de las modernas películas hollywoodienses y teniendo siempre como testigo el curso cercano del río Elba.

A los pocos kilómetros y tras atravesar la pequeña localidad de Petrovice dejas la frontera de la República Checa y te incorporas a un país por el que en jornadas pasadas ya transitaste: Alemania. Bueno, si esta aventura se hubiese hecho hace 30 años sí que estaríamos hablando de un país nuevo,  pues andarías por la antigua República Democrática de Alemania (o Alemania del Este) diferente de la República Federal de Alemania (o Alemania Occidental). Sin embargo, desde 1990 (tras la caída del Muro de Berlín) ambos países se reunificaron.

No obstante, las diferencias entre las dos partes alemanas todavía son patentes. Tú lo describes perfectamente en la información que me das sobre Pirna, primera localidad alemana con la que te encuentras.

“…acabo de llegar a la ciudad de Pirna y no había caído, hasta ahora, que había llegado a la parte de la Alemania del este. Cuando yo nací apenas esto se estaba removiendo de un largo periodo bajo la influencia del Bloque del Este…esta parte de Alemania fue comunista”. Tú esperabas un concepto similar a la zona alemana que había conocido en semanas anteriores, sin embargo “… ha sido llegar a esta ciudad y ver los bloques de hormigón que parecen hospitales soviéticos” y entonces has descubierto que aunque sólo sea en lo físico, todavía perduran diferencias entre las dos partes germanas.

Pirna es una ciudad de la región histórica de Sajonia con unos momentos a lo largo de su historia bastante curiosos. Se han encontrado en su término herramientas de sílex del paleolítico tardío (alrededor de 10,000 a. C.), al final de la última edad de hielo que son evidencia de la ocupación humana más antigua de la zona.

En Pirna hay referencias de su castillo desde el siglo XI y perteneció al reino de Bohemia durante el siglo XIV. Con la introducción de la Reforma religiosa en el siglo XVI la ciudad se convirtió en un importante núcleo protestante y el siglo XVII la ciudad fue invadida por tropas suecas en un asedio de cinco meses que terminó con el asalto a la fortaleza y el asesinato de más de 600 personas.

En 1811 el médico Ernst Gottlob Pienitz abrió un gran hospital psiquiátrico en el castillo de la ciudad, pero en septiembre de 1813 las tropas francesas ocuparon la región obligando a la evacuación de 275 pacientes.

Durante la Revolución Industrial Pirna se convirtió en un gran centro económico con la construcción de fábricas relacionadas con la ingeniería mecánica, el vidrio, la celulosa y la producción de fibras como el rayón.

En la II Guerra Mundial en el castillo se llevó a cabo el del programa de eutanasia nazi de Sonnenstein donde se produjo el el gaseamiento de cerca de 15.000 personas con discapacidad entre junio de 1940 y agosto de 1941.

Tras una visita rápida por el centro histórica de tan singular metrópoli continuas tu recorrido por el margen del río Elba. Llegas a Pillnitz, un pueblo perteneciente a la ciudad de Dresde, dentro de la zona vitivinícola de Sajonia. Este lugar es conocido por su parque inglés y su palacio, que forman parte de las atracciones turísticas de Dresde. Entre los lugares que merece la pena visitar también se encuentra la iglesia Weinbergkirche, ubicada entre viñas. En este lugar se firmó la declaración de guerra como reacción de los monarcas germanos a la Revolución Francesa.

Sigues por el vecino municipio de Blasewitz, antesala de tu entrada a la ciudad de Dresde término de la jornada de hoy.

El marco geográfico donde finalizas es el Valle del Elba que  en Dresde fue introducido dentro Patrimonio de la Humanidad de la Unesco entre 2004 y 2009, pero perdió esa nominación debido a la construcción de un puente a dos kilómetros del centro histórico; de este modo, se convirtió en el primer lugar en Europa en perder esta condición.

Esta noche tienes aposento y manutención en casa de Emilia y Jens, una pareja de alemanes que te dan cobijo y con los que compartes una cena inolvidable compartiendo experiencias viajeras.

Un día más en la mochila. Hasta mañana, caballero Elías.

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