Este miércoles, España se ha despertado bajo una intensa ola de frío que ha cubierto el noroeste peninsular con heladas generalizadas y temperaturas extremas, empujando los termómetros a cifras inusualmente bajas para este periodo del año. Según datos proporcionados por la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), varias localidades han registrado mínimas alarmantes, poniendo a prueba la resiliencia de la población frente al crudo invierno.
El record para el día se lo ha llevado Cuéllar, en la provincia de Segovia, con una temperatura mínima que descendió hasta los -12,4ºC a las 07:30 de la mañana. Este frío intenso ha sido compartido con otras áreas del país, tales como Puerto del Pico en Ávila, que marcó -10,7ºC, y Molina de Aragón en Guadalajara, donde el mercurio descendió hasta los -10,5ºC. Tembleque en Toledo y Ucero en Soria no se quedaron atrás, registrando ambos -10,4ºC.
La ola helada ha incidido también en otras localidades menos conocidas, pero no por ello menos afectadas, como es el caso de Valderredible y Cubillo de Ebro en Cantabria, y Pedrosillo de Los Aires en Salamanca, todas ellas reportando mínimos de -10,1ºC. En Valladolid, Sardón de Duero alcanzó exactamente los -10ºC.
Sin llegar tan al fondo del frío abismo, localidades como Aranda de Duero en Burgos y Salvacañete en Cuenca sintieron un frío mordaz con temperaturas de -9,8ºC y -9,7ºC respectivamente. Estas cifras, aunque no tan bajas como otras, subrayan la gravedad del azote invernal en gran parte del país.
Ante esta situación, las autoridades locales y nacionales han instado a la población a extremar precauciones para evitar accidentes por congelaciones o problemas provocados por el frio extremo, aconsejando la limitación de desplazamientos y el uso necesario de calefacción en hogares y lugares de trabajo. Además, se han puesto en marcha operativos especiales para garantizar la seguridad en carreteras y la atención a personas sin hogar.
El frío extremo se suma así a los desafíos invernales típicos de esta época del año en España, poniendo a prueba no solo la infraestructura y los servicios de emergencia, sino también la determinación y adaptabilidad de los ciudadanos en las regiones más afectadas por esta ola polar.