La Herencia del recuerdo

¿Qué destacarías o mostrarías de tu pueblo a un visitante?
        Esta es una pregunta a la que todos los herencianos nos hemos enfrentado en alguna ocasión, sobre todo durante la época estival o durante alguna de las festividades de la localidad, momentos en los cuales la llegada de amigos y familiares se hace más notoria.

        Ante la cuestión planteada, rápidamente acudimos, como tabla de salvación, a las principales manifestaciones de patrimonio religioso que posee la localidad, y no es de extrañar, pues su valía y riqueza son innegables. La iglesia parroquial cuenta con indudables joyas del patrimonio artístico, como son su conjunto de retablos tardobarrocos o sus magníficos óleos de arte religioso como el denominado Las tres generaciones, atribuido a las manos de Lucas Jordán, o el inmenso lienzo del retablo mayor obra de Zacarías González Velázquez, pintor de cámara del rey y director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Por otra parte, el bello y recoleto conjunto arquitectónico que constituye la iglesia conventual de los padres mercedarios, junto a las joyas artísticas de su interior, como la excelsa imagen de Ntra. Sra. de la Merced, nuestra “Hermosona”,  hacen las delicias de todos los amantes del arte y la historia.
        No obstante, Herencia conserva un legado mucho más amplio. A lo anteriormente relatado, y en cuanto a patrimonio religioso se refiere, se le ha de unir el conjunto de ermitas que posee la localidad en cuyo interior se guardan verdaderas maravillas. Tampoco nos podemos olvidar de la Casa-Museo de La Merced, sin duda, y a pesar de ser una gran desconocida, uno de los principales focos artísticos de la población, tal y como demuestran las obras de sus ilustres inquilinos, unos, artistas locales de afamado prestigio, como son Jesús Madero o el acuarelista Julián Martín, otros, pintores de lejanas raíces, pero no por ello de menor importancia, como por ejemplo el gallego Pedro García de Lema, al cual Gregorio Marañón llegó a denominar como el teólogo de la pintura.

        Por si todo esto no fuera suficiente, contamos además, gracias a la ubicación de sus dependencias municipales, con una de las más bellas Casa Consistoriales de, me atrevería a decir, toda la región. Por un lado, la denominada Casa de Herencia, sede de los Servicios Sociales de la municipalidad y un inmejorable testimonio de casa solariega de finales del siglo XIX, por otro, el antiguo claustro del convento de frailes mercedarios, paraíso de la mayoría de las estancias del Ayuntamiento y al que una intervención realizada en el año 2003,  le ha devuelto todo su esplendor y magnificencia, siendo, además, un inmejorable lugar para admirar las valiosas muestras de pintura actual que son los primeros premios del Certamen Nacional de Pintura “Villa de Herencia”, que celebra este año su vigésimo tercera edición.

        Como podrá observar el lector, es Herencia una localidad privilegiada por lo que se refiere a su historia y patrimonio. Sin embargo, en esta ocasión, me gustaría detenerme un poco más sobre otro de los aspectos artísticos más sobresalientes de la localidad, el monumento urbano, pieza indispensable en el interior de una población y sin la cual ésta sería totalmente distinta.

        Carlos Reyero, profesor de historia del arte en la Universidad Autónoma de Madrid, en su libro Del Romanticismo al Impresionismo señala que el monumento urbano nos define socialmente a la vez que nos proporciona un mensaje ejemplificador. Es, en cierta manera, espejo de nuestra memoria histórica, por ello, si recorremos las calles de Herencia, observaremos como una suma importante de los monumentos existentes en el interior de su casco urbano tienen como finalidad la de recordar y conmemorar la forma de vida de una historia relativamente reciente. Tal y como señala el profesor Javier García Bresó en el libro por él coordinado Cultura y pertenencia en Castilla-La Mancha,  «la historia laboral en nuestros pueblos es casi épica. Y el recuerdo de aquellos años pasados y la sensación de haberlos superados, de haber cambiado a un sistema de vida mejor, dignifica lo que se hizo, si es que no se sigue haciendo. Y más si quienes lo hicieron fuimos nosotros, nuestros padres o nuestros abuelos. Todo queda como una parte muy importante de nuestra historia». Los caños de agua realizados durante el primer tercio del siglo pasado y de los cuales hoy se conservan dos buenos ejemplos, las grandes tinajas que reciben al viajero a su entrada por la Avenida Labradora, o la antigua prensa de vino ubicada en la calle Joaquín Rodrigo, han transformado hoy su sentido primitivo para convertirse en «esculturas del recuerdo».

        Por su parte, el monumento en honor de la mujer herenciana es también un homenaje al trabajo y la labor de las mujeres de nuestra localidad en particular y del mundo en general. La inscripción de su peana lo dice todo «A ti, mujer. Con tu callada labor siembras de vida esta tierra. Herencia 12-X-1998».
        Otro de los monumentos urbanos, El Pensador, obra del escultor Francisco Arráez, se nos presenta como si fuera un peón de ajedrez, figura básica y esencial en dicho juego y con el cual se pretende conmemorar otro tipo de labor, la educativa, simbolizando a un mismo tiempo, tanto la actividad de los propios docentes como la de los estudiantes del centro.

        Por otro lado, no podía faltar en una localidad que, como esta, presume de cervantina, un monumento al creador de la más universal de todas las obras de la literatura española, hecho por el cual desde 1953 se puede admirar una escultura de Cervantes realizada por el escultor, afincado en la vecina localidad de Quintanar de la Orden, J. Gutiérrez, y a cuya inauguración acudieron, además del pueblo en masa, las autoridades locales, el gobernador civil de Ciudad Real, D. José María del Moral, y el obispo D. Emeterio Echevarría.

        De este modo, y si continuáramos analizando uno por uno el resto de los monumentos urbanos de Herencia, veríamos como cada uno de ellos forma parte del carácter de nuestro pueblo. La riqueza monumental de Herencia es indiscutible y el monumento urbano es un hito en la población, un referente que embellece nuestras calles y las dota de sentido. Es por ello, por lo que quiero aprovechar estas líneas para llamar la atención sobre los mismos, para que los valoremos en su justa medida, destacando su valía artística, pero también su significado y simbolismo que no debemos de olvidar.

Claro Manuel Fdez.-Caballero Martin-Buitrago
Ldo. en Historia del Arte

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