Entrevista a Eduardo Bribiesca organero restaurador del órgano de La Merced

Entrevista a Eduardo Bribiesca organero restaurador del órgano de La Merced

Entrevista a Eduardo Bribiesca organero restaurador del órgano de La Merced 1
Eduardo Bribiesca, maestro organero

El pasado mes de diciembre apareció en el nº 11 del periódico de Herencia «El Rondadías» una entrevista realizada a Eduardo Bribiesca, organero encargado de la restauración del órgano conventual de La Merced que el próximo 4 de abril, coincidiendo con el Domingo de Resurrección, volverá a ser inaugurado oficialmente recuperando la grandeza de su sonido en un concierto para todos los públicos.

A continuación la entrevista a Eduardo Bribiesca realizada por Claro Manuel Fde.-Caballero Martín-Buitrago y Elena Espadas Amado:

Una tarde de lluvia es perfecta para trabajar, siempre y cuando tu trabajo esté bajo techo. En un tarde poco apetecible Eduardo Bibriesca nos recibió en el que es su taller desde hace algunos meses: la Iglesia Conventual de Ntra. Sra. de las Mercedes. Allí, instalado en el coro y habitaciones aledañas, se dedica a restaurar el órgano del convento, inaugurado y bendecido en 1.928 (aunque después descubriremos que su origen puede remontarse a unos cuantos años más atrás), un tanto abandonado con el paso de los años y que ahora Bibriesca está tratando de recuperar y con mucho éxito, hemos de decir. Atravesando la Casa Museo de La Merced, con obras de Julián Martín Casado, entre otros, en las paredes, llegamos al final de la estancia, donde los tubos, pinturas y herramientas, nos recibieron, además de un órgano con sus secretos al descubierto, cuyas primeras notas afinadas pudimos escuchar. Todo un privilegio. De familia de artistas, tanto en música, pintura o escultura, se considera organero porque exactamente eso es lo que es: constructor de órganos, afinador de órganos, de instrumentos de tubo, no electrófonos. No le gusta que le diga lauthier, por ser muy “fino” y por no ser su profesión la laudería, que es la construcción de instrumento de laúd, o sea de caja, violines, violas o chelos. Nada que ver.

¿Cómo te iniciaste en esta profesión u oficio?
«Hace años fui con mi padre a un recital de órgano en el templo de Santo Domingo en el centro histórico de la Ciudad de México. Allí fue donde conocí por primera vez lo que era la impresión sonora de un órgano de tubos y también su impacto visual. En esas mismas fechas conocí al que muchos años después fuera mi maestro de órganos Felipe Ramírez, que después sería organista titular de la catedral de México. Después de este contacto, pero muchos años después yo empecé en México en este mundo de forma autodidacta, porque allí no está ni reconocida la actividad de organero. Difícilmente hasta hace poco más de una década se ha reconocido al laudero».

Estudió violín, fagot y laudería, y estudios complementarios de órgano, pero como un taller complementario, no dentro del Conservatorio Nacional. ¿Cuándo fabricó su primer instrumento?
«Mis primeros trabajos con órganos fue trabajando con un alemán, que era reparador de órganos, pero no aprendí nada, porque era un tipo muy envidioso y muy celoso de lo poco que había aprendido él en México.

Cuando tuve una formación, un tanto intensiva, conociendo de verdad lo que era un organero auténtico, y un verdadero taller de organería, fue cuando vine a España hace unos trece años, con la intención de aprender más. Estuve en un taller muy respetado y valorado en España, del maestro Federico Acitores, en Palencia, más o menos durante un año. Hasta la fecha estoy en contacto con él, le pregunto si tengo alguna duda, pues aprendí muchísimo y le estoy muy agradecido de que me abriera las puertas de su taller. Es al único que considero mi maestro».

Regresó a México junto a su esposa, pero no encontró las oportunidades que esperaba y decidió volver a España, tras llegar a un acuerdo con su esposa…

«Hace 13 años cometí un gran error en mi vida, haber venido a España. El segundo y más grande de todos fue haberme regresado a México, pero recompuse la historia volviendo aquí».

Ahora vive en Almagro…
«En México tuve que subsistir de muchas formas, sobre todo haciendo carpintería que en cierta forma es un oficio muy ligado al de organería. Hacía unas cocinas tan preciosas que le faltaban tubos nada más (dice con cierta nota de humor en su voz), si bien mi meta no era hacer muebles sino instrumentos musicales, por eso pronto decidimos volver a pesar de la negativa inicial de la madre de mis hijos, porque yo quería ofrecerle a ellos mucho más».

Pero un día tuvo que venir a España, concretamente a Santander, a instalar un órgano positivo (órgano pequeño para acompañar que antiguamente se posaba en las mesas para tocar) y…
«Y una vez aquí buscamos pueblos donde podríamos instalarnos, recalando finalmente en Almagro, situado en una comarca con potencial y futuro, además de tener buenas comunicaciones y el Festival Internacional de Teatro. Durante mi primer Festival Internacional de teatro Clásico me llamaron para afinar un órgano e incluso a través de Ana Zamora me encargaron un positivo, para la Compañía Nacional de Teatro. Por todo ello, yo estoy agradecidísimo con este país. Ahora me he ganado la suerte de que han confiado en mi trabajo. He vendido varios pequeños órganos nuevos, realizados por mí a compradores de Italia, Estados Unidos, Alemania, etc., así como restauraciones que he hecho que han sido muy valoradas, como la del órgano de Peralta en Navarra, un órgano muy grande e importante por su tamaño e historia, e incluso reproducciones de órganos de un instrumento representado en fresco en la catedral de Valencia y el cual fue tocado con motivo de la visita de Benedicto XVI».

¿Guardas algún especial recuerdo de alguno de los órganos que hayas creado o restaurado?
«De todos, porque cada uno de ellos es un episodio de mi vida, y donde hago restauraciones son episodios de otras vidas que yo no conozco. Todo esto tiene algo de cierto misticismo, porque te metes en algo que sabes que desde hace un montón de años nadie se mete y que probablemente solo se metió otra persona con tus mismos problemas, con tus mismos detalles, con tus mismos defectos».

¿Qué se siente al escuchar algo que tú has creado o restaurado?
«Creo que los que tenemos la suerte de crear algo con las manos o el ingenio tenemos algo en común. Yo digo que los órganos nuevos son hijos paridos míos y los restaurados son adoptivos, pero los quieres igual a unos que a otros, pues los dos viven, suenan, con el mismo aire que tú respiras».

¿Cuánto se tarda en restaurar un órgano? ¿y en hacerlo?
«Depende del tamaño, siempre. Uno como este entre 9-12 meses la reparación, hacerlo nuevo puede ser un año, casi el mismo tiempo, porque al ser una obra desconocida, a veces de autores anónimos, sabes cómo es la concepción de un órgano, pero aunque conozcas muy bien el oficio ves que todos los instrumentos son distintos. Un órgano es un mundo por dentro. Todos tienen fuelles, secreto (caja de válvulas), teclados, mecánica, mueble, pero cada constructor hacía sus innovaciones, ningún órgano suena igual, es en el momento que estás armonizando los tubos como te sientes, tu estado de ánimo lo dejas registrado, depende mucho de lo que le imprimes tú, y de tu forma de sentir. Un órgano mejicano antiguo suena muy parecido a uno español, pero totalmente distinto a uno italiano, y abismalmente distinto a uno alemán, francés u holandés. En la reconstrucción de un órgano yo prefiero que se respete al máximo la armonización en la que se encuentra y no imprimir mi mentalidad. Yo, por ejemplo me identifico con la escuela española o ibérica».

¿Cuál es tu sello de identidad?
«Lo que más me gusta a mí, en cuanto al sonido del instrumento, es que no sea demasiado agresivo, sino algo pastoso, muy aterciopelado que te agrade por la suavidad del sonido y no por su agresividad y la potencia que tiene».

¿Cuál es la situación del oficio de organero en la actualidad?
«La profesión tiene poco seguidores. A mi me gustaría tener algún aprendiz, ayudantes los encuentras a montones, pero a mi me gustan los aprendices que idean y piensan como hacer las cosas de una u otra forma, aunque sin embargo es muy difícil pasar por el tamiz de un oficio como éste y quedarse, porque hoy en día un joven no quiere complicarse la vida. Yo se que este oficio no es un bien de primera necesidad, aunque sí lo es para mis hijos y para mí y satisface a otras personas directa o indirectamente recreando el sonido».

¿Humanamente que representa tu oficio para ti?
«Los órganos no son humanos, pero son creaciones humanas como casi todo lo que hay. Honestamente a mi me permiten desarrollarme en lo que a mi me gusta. Me dijo una vez una estudiosa e investigadora mejicana amiga mía, que me sintiera privilegiado porque hacía lo que a mí me gustaba y de ello vivía, a pesar de que a veces lo he pasado difíc il. Para mí este oficio me ha hecho desarrollarme como persona, como medianamente intento ser. El término humanamente también implica que trasciendes de alguna forma. Tu misma obra es la que te hace inmortal de alguna manera. Restaurar instrumentos es recrear la historia y su sonido».

Y sobre el órgano del la Iglesia Convento de las Mercedes, ¿qué nos puede contar?
«El caso de Herencia es el de un órgano romántico alemán y como tal suena. En el caso del órgano del convento, se puede decir casi con toda seguridad que primitivamente existiría uno mucho más anterior a éste y del cuál solo se conserva parte de la fachada barroca que podemos ver ahora. Sería de construcción más antigua que el de la parroquia y más pequeño, acorde al templo, seguramente el primer órgano de tubos de esta localidad. El órgano actual es sumamente desproporcionado al tamaño del coro y del templo, y seguramente otro técnico hubiera optado por quitarlo y poner otro, pero yo no porque este órgano es parte de la historia y del patrimonio de este templo y de este pueblo. El actual seguramente fuera comprado de segunda mano y los constructores lo traerían de Alemania y casi seguro estaría originalmente en un teatro, por sus características, el periodo romántico, muchos registros de ocho pies, dos teclados y todo el órgano encerrado en dos cajas de expresión. Y tiene material de muy variada calidad, uno muy bueno y otro de regular calidad. Tiene material alemán, francés y español. Lo más bonito del instrumento en sí, estéticamente es la parte barroca, la parte central del instrumento. Lo más bonito fónicamente son los registros de origen, o sea, los registros alemanes. Lo único malo que veo son los registros, pero eso no le quita mérito, es un instrumento grande en la provincia y creo que no hay otro de dos teclados nada más que en Manzanares y en la catedral de Ciudad Real, y más o menos imaginándome los registros y tonos que tiene va a tener un sonido formidable, muy bonito. Sin embargo depende mucho de que se use para que se mantenga en forma. Hay un dicho que reza que “todo órgano que no se usa se atrofia”.

¿Hay muchos órganos como éste en la provincia de Ciudad Real?
«En Herencia, existen dos cajas. Dos órganos en un mismo pueblo que yo sepa no existen en la provincia de Ciudad Real, o cuando menos la existencia de dos cajas, salvo en el caso de Herencia, por ello el potencial patrimonial que tiene esta localidad en lo referente a órganos es muy importante pues el órgano de la parroquia se puede reconstruir en base a lo que hay, en la caja barroca existente.

Más información en: www.orgabribiesca.com

ESPADAS AMADO, Elena y FDEZ.-CABALLERO MARTÍN-BUITRAGO, Claro Manuel: «Un día con Eduardo Bribiesca» en El Rondadías, nº 11, diciembre 2009, pp. 8 y 9.

Una tarde de lluvia es
perfecta para trabajar,
siempre y cuando tu
trabajo esté bajo techo.
En un tarde poco
apetecible Eduardo
Bibriesca nos recibió en
el que es su taller desde
hace algunos meses: la
Iglesia Conventual de
Ntra. Sra. de las
Mercedes. Allí, instalado
en el coro y habitaciones aledañas, se dedica a restaurar el
órgano del convento, inaugurado y bendecido en 1.928 (aunque
después descubriremos que su origen puede remontarse a
unos cuantos años más atrás), un tanto abandonado con el
paso de los años y que ahora Bibriesca está tratando de
recuperar y con mucho éxito, hemos de decir.
Atravesando la Casa Museo de La Merced, con obras de Julián
Martín Casado, entre otros, en las paredes, llegamos al final
de la estancia, donde los tubos, pinturas y herramientas, nos
recibieron, además de un órgano con sus secretos al descubierto,
cuyas primeras notas afinadas pudimos escuchar. Todo un
privilegio. De familia de artistas, tanto en música, pintura o
escultura, se considera organero porque exactamente eso es
lo que es: constructor de órganos, afinador de órganos, de
instrumentos de tubo, no electrófonos. No le gusta que le diga
lauthier, por ser muy “fino” y por no ser su profesión la
laudería, que es la construcción de instrumento de laúd, o sea
de caja, violines, violas o chelos. Nada que ver.
¿Cómo te iniciaste en esta profesión u oficio?
Hace años fui con mi padre a un recital de órgano en el templo
de Santo Domingo en el centro histórico de la Ciudad de
México. Allí fue donde conocí por primera vez lo que era la
impresión sonora de un órgano de tubos y también su impacto
visual. En esas mismas fechas conocí al que muchos años
después fuera mi maestro de órganos Felipe Ramírez, que
después sería organista titular de la catedral de México.
Después de este contacto, pero muchos años después yo
empecé en México en este mundo de forma autodidacta,
porque allí no está ni reconocida la actividad de organero.
Difícilmente hasta hace poco más de una década se ha
reconocido al laudero.
Estudió violín, fagot y laudería, y estudios complementarios
de órgano, pero como un taller complementario, no dentro
del Conservatorio Nacional. ¿Cuando fabricó su primer
instrumento?
Mis primeros trabajos con órganos fue trabajando con un
alemán, que era reparador de órganos, pero no aprendí nada,
porque era un tipo muy envidioso y muy celoso de lo poco
que había aprendido él en México.
Cuando tuve una formación, un tanto intensiva, conociendo
de verdad lo que era un organero auténtico, y un verdadero
taller de organería, fue cuando vine a España hace unos trece
años, con la intención de aprender más. Estuve en un taller
muy respetado y valorado en España, del maestro Federico
Acitores, en Palencia, más o menos durante un año. Hasta la
fecha estoy en contacto con él, le pregunto si tengo alguna
duda, pues aprendí muchísimo y le estoy muy agradecido de
que me abriera las puertas de su taller. Es al único que considero
mi maestro.
Regresó a México junto a su esposa, pero no encontró las
oportunidades que esperaba y decidió volver a España, tras
llegar a un acuerdo con su esposa… Hace 13 años cometí un
gran error en mi vida, haber venido a España. El segundo y
más grande de todos fue haberme regresado a México, pero
recompuse la historia volviendo aquí.
Ahora vive en Almagro…
En México tuve que subsistir de muchas formas, sobre todo
haciendo carpintería que en cierta forma es un oficio muy
ligado al de organería. Hacía unas cocinas tan preciosas que
le faltaban tubos nada más (dice con cierta nota de humor en
su voz), si bien mi meta no era hacer muebles sino instrumentos
musicales, por eso pronto decidimos volver a pesar de la
negativa inicial de la madre de mis hijos, porque yo quería
ofrecerle a ellos mucho más.
Pero un día tuvo que venir a España, concretamente a
Santander, a instalar un órgano positivo (órgano pequeño
para acompañar que antiguamente se posaba en las mesas
para tocar) y…
Y una vez aquí buscamos pueblos donde podríamos
instalarnos, recalando finalmente en Almagro, situado en una
comarca con potencial y futuro, además de tener buenas
comunicaciones y el Festival Internacional de Teatro.
Durante mi primer Festival Internacional de teatro Clásico
me llamaron para afinar un órgano e incluso a través de Ana
Zamora me encargaron un positivo, para la Compañía Nacional
de Teatro. Por todo ello, yo estoy agradecidísimo con este
país. Ahora me he ganado la suerte de que han confiado en
mi trabajo. He vendido varios pequeños órganos nuevos,
realizados por mí a compradores de Italia, Estados Unidos,
Alemania, etc., así como restauraciones que he hecho
que han sido muy valoradas, como la del órgano de Peralta
en Navarra, un órgano muy grande e importante por su
tamaño e historia, e incluso reproducciones de órganos de un
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que hayas creado o restaurado?
De todos, porque cada uno de ellos es un episodio de mi vida,
y donde hago restauraciones son episodios de otras vidas que
yo no conozco. Todo esto tiene algo de cierto misticismo,
porque te metes en algo que sabes que desde hace un montón
de años nadie se mete y que probablemente solo se metió otra
persona con tus mismos problemas, con tus mismos detalles,
con tus mismos defectos. Entonces, cada instrumento, cada
órgano, es un episodio de mi vida.
¿Qué se siente al escuchar algo que tú has creado o restaurado?
Creo que los que tenemos la suerte de crear algo con las manos
o el ingenio tenemos algo en común. Yo digo que los órganos
nuevos son hijos paridos míos y los restaurados son adoptivos,
pero los quieres igual a unos que a otros, pues los dos viven,
suenan, con el mismo aire que tú respiras.
¿Cuánto se tarda en restaurar un órgano? ¿y en hacerlo?
Depende del tamaño, siempre. Uno como este entre 9-12 meses
la reparación, hacerlo nuevo puede ser un año, casi el mismo
tiempo, porque al ser una obra desconocida, a veces de autores
anónimos, sabes cómo es la concepción de un órgano, pero
aunque conozcas muy bien el oficio ves que todos los
instrumentos son distintos. Un órgano es un mundo por dentro.
Todos tienen fuelles, secreto (caja de válvulas), teclados,
mecánica, mueble, pero cada constructor hacía sus
innovaciones, ningún órgano suena igual, es en el momento
que estás armonizando los tubos como te sientes, tu estado de
ánimo lo dejas registrado, depende mucho de lo que le imprimes
tú, y de tu forma de sentir. Un órgano mejicano antiguo suena
muy parecido a uno español, pero totalmente distinto a uno
italiano, y abismalmente distinto a uno alemán, francés u
holandés. En la reconstrucción de un órgano yo prefiero que
se respete al máximo la armonización en la que se encuentra
y no imprimir mi mentalidad. Yo, por ejemplo me identifico
con la escuela española o ibérica.
¿Cuál es tu sello de identidad?
Lo que más me gusta a mí, en cuanto al sonido del instrumento,
es que no sea demasiado agresivo, sino algo pastoso, muy
aterciopelado que te agrade por la suavidad del sonido y no
por su agresividad y la potencia que tiene.
¿Cuál es la situación del oficio de organero en la actualidad?
La profesión tiene poco seguidores. A mi me gustaría tener
algún aprendiz, ayudantes los encuentras a montones, pero a
mi me gustan los aprendices que idean y piensan como hacer
las cosas de una u otra forma, aunque sin embargo es muy
difícil pasar por el tamiz de un oficio como éste y quedarse,
porque hoy en día un joven no quiere complicarse la vida. Yo
se que este oficio no es un bien de primera necesidad, aunque
sí lo es para mis hijos y para mí y satisface a otras personas
directa o indirectamente recreando el sonido.
¿Humanamente que representa tu oficio para ti?
Los órganos no son humanos, pero son creaciones humanas
como casi todo lo que hay. Honestamente a mi me permiten
desarrollarme en lo que a mi me gusta. Me dijo una vez una
estudiosa e investigadora mejicana amiga mía, que me sintiera
privilegiado porque hacía lo que a mí me gustaba y de ello
vivía, a pesar de que a veces lo he pasado difíc il. Para mí este
oficio me ha hecho desarrollarme como persona, como
medianamente intento ser. El término humanamente también
implica que trasciendes de alguna forma. Tu misma obra es la
que te hace inmortal de alguna manera. Restaurar instrumentos
es recrear la historia y su sonido.
Y sobre el órgano del la Iglesia Convento de las Mercedes,
¿qué nos puede contar?
El caso de Herencia es el de un órgano romántico alemán y
como tal suena. En el caso del órgano del convento, se puede
decir casi con toda seguridad que primitivamente existiría uno
mucho más anterior a éste y del cuál solo se conserva parte de
la fachada barroca que podemos ver ahora. Sería de
construcción más antigua que el de la parroquia y más pequeño,
acorde al templo, seguramente el primer órgano de tubos de
esta localidad. El órgano actual es sumamente
desproporcionado al tamaño del coro y del templo, y
seguramente otro técnico hubiera optado por quitarlo y poner
otro, pero yo no porque este órgano es parte de la historia y
del patrimonio de este templo y de este pueblo. El actual
seguramente fuera comprado de segunda mano y los
constructores lo traerían de Alemania y casi seguro estaría
originalmente en un teatro, por sus características, el periodo
romántico, muchos registros de ocho pies, dos teclados y todo
el órgano encerrado en dos cajas de expresión. Y tiene material
de muy variada calidad, uno muy bueno y otro de regular
calidad. Tiene material alemán, francés y español. Lo más
bonito del instrumento en sí, estéticamente es la parte barroca,
la parte central del instrumento. Lo más bonito fónicamente
son los registros de origen, o sea, los registros alemanes. Lo
único malo que veo son los registros, pero eso no le quita
mérito, es un instrumento grande en la provincia y creo que
no hay otro de dos teclados nada más que en Manzanares y
en la catedral de Ciudad Real, y más o menos imaginándome
los registros y tonos que tiene va a tener un sonido formidable,
muy bonito. Sin embargo depende mucho de que se use para
que se mantenga en forma. Hay un dicho que reza que “todo
órgano que no se usa se atrofia”.
¿Hay muchos órganos como éste en la provincia de Ciudad
Real?
En Herencia, existen dos cajas. Dos órganos en un mismo
pueblo que yo sepa no existen en la provincia de Ciudad Real,
o cuando menos la existencia de dos cajas, salvo en el caso de
Herencia, por ello el potencial patrimonial que tiene esta
localidad en lo referente a órganos es muy importante pues el
órgano de la parroquia se puede reconstruir en base a lo que
hay, en la caja barroca existente.
Más información en http://www.orgabribiesca.com/

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