Sábado, 20 de agosto de 2016.
‘‘Los músicos eran los regocijadores de la boda, que en diversas cuadrillas por aquel agradable sitio andaban, unos bailando, y otros cantando, y otros tocando la diversidad de los referidos instrumentos.” (Cap.XVIII, 2ª parte de “El Quijote”).

Tras el amanecer en las alturas alpinas inicias la etapa de hoy. Para los que tenemos una edad, el Tirol alpino en el que te mueves no es sino el domicilio de aquella Heidi y su abuelo que tanto nos marcó en nuestra infancia.
A los pocos kilómetros te encuentras con la localidad de Pettneu am Arlberg, un municipio de un nuevo distrito: el de Landeck. La traducción del nombre es la de puente nuevo y de él existen referencias en el año 1300.
Continúas por la localidad de Pians. Son pequeñas villas cuya fuente de ingresos es, sobre todo, el turismo de invierno. Y prosigues por la capital de distrito Landeck. Se trata de una ciudad que en la antigüedad se hallaba junto a la Vía Claudia Augusta romana. A lo largo de la Edad Media el valle que caracteriza a esta comarca siguió siendo un importante cruce de rutas comerciales. Durante el siglo XIII las potencias militares del lugar controlaron esta zona del Tirol a través del Castillo de Landeck.
Landeck también fue utilizado como base militar para las tropas de montaña de Austria antes de la segunda guerra mundial, más tarde, se convirtieron en una unidad del ejército alemán.
Sigues tu ruta por el pequeño pueblo de Zams que en 1911 padeció un gravísimo incendio que quemó la mitad del pueblo.
Y llegado a Saurs las circunstancias se precipitan. Estás a 9 kilómetros de tu objetivo de hoy, la ciudad de Imst, donde te espera tu anfitrión del día, pero los sucesos dan un giro espectacular.
No sé cuantas veces he dicho que cada día me sorprendes aún más, pero creo que esta ocasión la situación en la que te ves rodeado y tu resolución ante la misma agranda más mi admiración hacia ti.
Llegas a Saurs y en el centro del pequeño pueblecito (1000 habitantes) –tú lo comparas con nuestro vecino Puerto Lápice- ves desfilar una pequeña charanga: dos tambores, un bombo, trompetas… y te quedas viéndolos pasar. Pero tu espíritu abierto no te deja sólo verlo sino que invitas a los que marchan musicalmente a detenerse para inmortalizar el momento. Así se hace, pero los aludidos quieren saber del por qué de tan particular personaje por su pueblo. Tú, como siempre, das las oportunas explicaciones y los acaecimientos ya no pueden contenerse.
Resulta que la comitiva musical estaba en plena despedida de solteros. Tú que te animas y sacas tu clarinete, la fiesta que se acrecienta y el capataz del grupo, un robusto maquinista de ferrocarril y cacero de afición, de nombre Sigmund, que te invita a formar parte de la fiesta.
Fiesta entrañable, lo que duró queda en el secreto de las fuentes; pero guardo como oro en paño los audios que recibí en plenitud de la juerga. Tú intentando explicar que estabas contactando con “the journalist” que sigue tu hazaña, y tus anfitriones que quieren participar del momento. Ramona, Mimy, Cristoff, … y tantos otros que me mandan un mensaje entre alemán e inglés que aún no he descifrado pero que lo haré para saber que comentarios hacían teniendo al caballero rodante entre ellos. Sólo me quedo de entrada con ese “Elías is very nice”.
Ayer tú de despedida, yo hoy de boda de Isabel y Francis en Herencia… las consecuencias lógicas: retraso en la crónica diaria. Disculpad los asiduos seguidores, que sois legión, y mañana lunes nos pondremos al día.
Un abrazo.