Desde mediados del siglo XIX, en la provincia de Ciudad Real, se produce un movimiento político provincial que fue andando etapas para legislar y fomentar las primeras Escuelas de Adultos. Los primeros intentos a este respecto se produjeron en 1838, con la denominada Ley de Instrucción Primaria, pero habría que esperar hasta 1852 para encontrar las primeras circulares de la creada Junta Provincial de Instrucción Primaria en la que se invitaban a los pueblos de más de 800 vecinos “… a que procuren crear una escuela de noche o de adultos”. Fueron bastantes las corporaciones municipales que atendieron la propuesta y según se indica en el Boletín Oficial de la Provincia de 21 de Septiembre de 1852 estos Ayuntamientos “… desplegaron su celo y actividad para secundar una disposición tan benéfica para la instrucción de aquellos que desgraciadamente han pasado la juventud en las tinieblas de la ignorancia”.
Sólo un año después ya encontramos los resultados de estas innovaciones docentes. Así, en Octubre de 1853 se citan 13 pueblos que habían puesto en prácticas las denominadas “escuelas de noche”. Son Membrilla, Malagón, Miguelturra, Almodóvar, Campo de Criptana, Villarrubia de los Ojos, Manzanares, Valdepeñas, Daimiel, Almagro, Infantes, Tomelloso, La Solana, Herencia, Alcázar de San Juan, Almadén, Torralba, Santa Cruz de Mudela y Moral de Calatrava.
Desde la Comisión Provincial de Instrucción Primaria de Ciudad Real se solicita los ayuntamiento de estos pueblos que “…el maestro no carezca de cuanto pueda necesitar para su mejor prosperidad, como son libros y demás efectos para dar la enseñanza cual corresponde, como así mismo de un buen alumbrado”.
En Septiembre de 1858, la revista “El Magisterio” alaba la actividad de las escuelas de adultos “…donde los labradores y artesanos pueden adquirir o completar una instrucción apropiada a sus necesidades y conquistarse con sus conocimientos, con su espíritu de orden, de economía y de previsión, el aprecio de los mismos y apoyo de sus semejantes”.
Y en ese mismo mes de 1858, el Gobierno Civil de Ciudad Real cuantifica en 263 las escuelas de la provincia, de las que 45 eran de adultos (en 1855 eran 29 los pueblos que tenían). Por supuetos, Herencia sigue manteniendo su escuela de adultos instaurada años antes.
La educación que se impartía consistía en: primeras letras, reglas elementales de matemáticas, catecismo, dibujo y, en su caso, labores femeninas. Y además de estos contenidos se ambicionaba “—acumular en ellos -los alumnos- una suma de ideas nuevas, infundiéndoles moralidad, hábitos de aplicación y de trabajo;… amor al trabajo, hábitos de orden, de economía y de sobriedad”.
Todo esto es resumido en el Boletín Oficial de la Provincia de 23 de Septiembre de 1865 en el deseo de”…crear una juventud dispuesta para entrar en braceros, de oficiales en los talleres, en las empresas, en las casas de comercio o en la dirección de ellos”; se trataba de una enseñanza enteramente práctica
Por supuesto no faltaba el elogio a la mayoría de profesores que ejercían esta actividad pedagógica con los adultos, en la mayoría de los casos, de forma totalmente altruista. Son “… los profesores que, después del trabajo del día, dedican con celo e inteligencia el poquísimo tiempo que les queda a instruir y moralizar en las primeras horas de la noche a esa porción de jóvenes, sacándolos de la holganza, de la miseria y tal vez del crimen”.
La labor de las escuelas de adultos eran inspeccionadas, por la figura del Inspector de Enseñanza. Uno de los Inspectores fundadores de esta institución fue Don José Patricio Clemente, manifestando en el ejercicio de su trabajo que “…tenía fe en los hombres, en las gentes sencillas del pueblo, en sus dotes naturales, no adecuadamente utilizadas, creyendo firmemente en la necesidad de las escuelas de adultos, en último término para que las especialísimas dotes naturales que adornan a los hijos del país, sean convenientemente desarrolladas y aplicadas a la vida diaria”.
En el caso de Herencia, la organización de estas Escuelas de Adultos aparece en unas décadas del siglo XIX en la que la localidad se haya dentro de un proceso demográfico adverso. Así en los veinte años que van de 1857 a 1877, la población herenciana descendió en 1500 habitantes (de los 7317 a los 5866). Un descenso debido a las continuadas crisis de subsistencia que se sucedían periódicamente en esta segunda mitad del siglo XIX.
A esto hay que unirle el terrible dato que en 1877 se cuantificaba en un 75,4% el analfabetismo en la localidad de Herencia, por lo que la creación del centro para la educación de mayores tuvo que tener una gran importancia en la sociedad del momento.
Algunos de los Alcaldes herencianos que dieron su apoyo a este proyecto educativo y que participaron en su puesta en marcha fueron, sucesivamente, Juan Palomino Dávila, Sebastián García, Cristóbal de Hesles, Faustino Yaner y Julián González.